Miguel Hernández, 105 aniversario de su nacimiento

Hoy, 30 de octubre de 2015, se cumplen 105 años del nacimiento del poeta Miguel Hernández. Nació en Orihuela, lugar en el que  un siglo después se encuentra uno de los campus de la universidad que lleva su nombre, la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. Para celebrar este aniversario, Juan José Sánchez, secretario de la Cátedra Miguel Hernández, cuenta en los siguientes párrafos cuáles son sus poemas preferidos del poeta y por qué los elige entre toda la obra del oriolano.

“La Elegía a Ramón Sijé es seguramente la expresión más sublime del sentido de la amistad, que lleva a Miguel Hernández hasta el punto de querer labrar la tierra donde reposa Sijé, para más tarde escarbarla con los dientes “a dentelladas secas y calientes”  y de esta forma desamordazarle y regresarle. Se trata de una manifestación magistral, en arte mayor, del profundo dolor ante la muerte de su amigo. Miguel comienza aceptando la muerte de Ramón Sijé y el dolor que esta pérdida le produce: “Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por doler me duele hasta el aliento. No hay extensión más grande que mi herida…”. Se rebela después y expresa su rabia: “Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte…”. Refleja también su desesperación: “No perdono a la muerte enamorada, / no perdono a la vida desatenta,/ no perdono a la tierra y a la nada…” Para finalizar con la esperanza de volver a encontrarse en el paisaje y el ambiente que compartieron: “Volverás a mi huerto y a mi higuera…” porque “Tenemos que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero…”.

Del período de la Guerra Civil, Vientos del pueblo me llevan….donde Miguel refleja su condición de poeta y soldado,  comprometido en la lucha del pueblo contra la opresión. Para ello, enfrenta los términos libertad-opresión, dignidad-deshonor, huracán-yugo, valentía-cobardía, leones-bueyes, rayo-jaula… Realiza, además, una rotunda invocación a los valores que aprecia Miguel en los hombres de las diferentes tierras de España,; y finaliza con una exaltación a la dignidad de la muerte, cuando se lucha en batallas por las que vale la pena inmolarse “con la cabeza muy alta”. Una confirmación de la coherencia entre vida y poesía que siempre acompañó al poeta oriolano.”

“De su última etapa, me quedo con Nanas de la cebolla, que escribe en 1939 al recibir, en la madrileña cárcel de Torrijos, una carta de su mujer comunicándole -durante la lactancia de su segundo hijo- que sólo podía alimentarle de pan y cebolla. Constituye un resumen incomparable de la cruda situación que vivían en su casa  -“en la cuna del hambre mi hijo estaba”-, el recuerdo a Josefina –“una mujer morena resuelta en luna”-, que “se derrama hilo a hilo sobre la cuna” (bella metáfora de la madre que agota su leche). Pero, al mismo tiempo, quiere insuflar al hijo, cual alondra en ascenso, un aliento de esperanza en el porvenir, “defendiendo la risa pluma por pluma”, y tratando de que no sepa “ni lo que pasa ni lo que ocurre” a su alrededor en ese momento. En opinión de muchos, este poema es sin duda la canción de cuna más emotiva de las letras españolas.”

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