Micro-roturas musculares: causas, efectos y tratamiento

Aquel día, Alejandra ponía todo su esfuerzo físico y concentración en el examen de Educación Física, concretamente, en el test de velocidad que consiste en recorrer 50 metros a la máxima velocidad posible. No había corrido ni la mitad del trayecto cuando sintió un terrible pinchazo en el gemelo derecho, un poderoso y repentino latigazo que le impidió continuar. Cuando la estudiante tocó la zona dañada sintió que estaba inflamada y notó que el músculo estaba más rígido de lo habitual. Al acudir al médico, éste le hizo una ecografía que mostraba un desgarro de tercer grado.  

Las lesiones musculares son tan frecuentes en personas deportistas como en aquellas que acaban de empezar a practicar el deporte. Dentro del grupo de lesiones musculares, una de las más comunes es la rotura o desgarro muscular, producida por el daño en el tejido a causa de la solicitación explosiva o extensiva del mismo, es decir, por un movimiento súbito de la musculatura. El profesor de Fisioterapia en la Universidad Miguel Hernández (UMH) y especialista en Readaptación y Prevención de Lesiones Deportivas en Fútbol Víctor Moreno explica que, por lo general, los desgarros musculares no suelen considerarse graves, aunque existen diferentes grados de lesión según el tamaño de la rotura. 

El profesor Moreno afirma que este tipo de lesiones se pueden producir por varios factores, entre los cuales se encuentran la falta de flexibilidad, la fatiga, la debilidad o desequilibrio muscular, así como otros conocidos como ‘no modificables’ como las roturas previas o la edad. “Es verdad que la gente que empieza a hacer deporte suele sufrir más tipos de lesiones a nivel general, no sólo muscular. Pero no tienen mayor riesgo de roturas musculares que los profesionales, dado que estos últimos compiten de forma intensiva y disponen de menos tiempo de recuperación”, afirma Moreno. Por ello, recomienda a las personas que se estén iniciando en el deporte que se sometan a un periodo de adaptación, no sólo para evitar lesiones musculares, también, para prevenir lesiones articulares. 

Asimismo, Moreno explica que existen deportes donde el riesgo de sufrir una rotura muscular es más probable que en otros. Por ejemplo, en el tenis existe un tipo de lesión muy común denominada ‘tennis leg’ o ‘pierna de tenista’, que se produce en el gemelo interno o medial, y que se produce debido a las arrancadas. También, es muy frecuente en atletismo, concretamente en la modalidad de velocidad. Por otra parte, en deportes que requieren acciones en las que se aplica mucha potencia y/o explosividad, como el rugby o fútbol, son muy habituales las roturas en la musculatura isquiosural, la que se encuentra en la cara posterior del muslo. 

El profesor de la UMH apunta que algunos tipos de roturas musculares se dan con mayor asiduidad según la estacionalidad del deporte en cuestión y que se concentran, según la época, en distintos grupos musculares. “En el fútbol, las lesiones en los aductores, gemelos o sóleos suelen ocurrir en pretemporada a consecuencia del desequilibrio, puesto que los jugadores vienen de un periodo vacacional y se les impone una gran demanda física”. Asimismo, Moreno explica que, en otros grupos musculares como los isquiosurales se producen más lesiones en los meses de marzo y abril, debido a que en esta época existe una gran demanda y una gran intensidad de juego, sobre todo por los objetivos que requieren los equipos. 

Cuando se sospecha que la persona ha sufrido una rotura muscular, lo indicado es diagnosticarla. Según Moreno, habría que realizar una ecografía o una resonancia magnética para conocer el grado de la lesión. “En función del tamaño de la rotura va a existir un pronóstico de tiempo en el cual el individuo esté de baja deportiva, en el que no podrá competir o trabajar al cien por cien”, afirma. Una vez que se ha comprobado que existe una lesión, la primera intervención se realiza mediante el conocido como método POLICE, por sus siglas en inglés: protección, óptima carga, hielo, compresión y elevación. Se suele colocar un vendaje compresivo y se aplica frío de forma intermitente para controlar la inflamación.  

Sin embargo, el profesor de la UMH señala una serie de contraindicaciones para esta intervención. Recomienda no tomar antiinflamatorios y aspirinas porque, al disminuir el dolor, la persona lesionada puede realizar alguna acción, sin ser consciente, que agrave la rotura muscular. Además, añade que tampoco se debe tomar ninguna medida que aporte calor, como los masajes intempestivos, aquellos en los que se aplica cierta fuerza en la zona. Advierte, además, que no es recomendable hacer estiramientos entre los tres y siete días posteriores, en función del grado de la lesión.  

Tras la aplicación del método POLICE, la persona comienza a realizar movilizaciones de forma activo-asistida: el fisioterapeuta moviliza la estructura para ir reorientando el tejido que se va fabricando. Los jugadores comienzan a trabajar la fuerza de forma isométrica, lo que significa que no hay movimiento. Conforme va mejorando, porque la biología del tejido es mejor, se van cambiando las angulaciones. El experto explica que cuando el tejido se encuentra con una tensión mayor, teóricamente se estresa más y esto implica una mayor carga en él. Pasado un periodo de tiempo determinado por el fisioterapeuta, generalmente una semana, se comienza a implementar el ejercicio de tipo aeróbico con la bicicleta o en la piscina para mantener el nivel cardiorrespiratorio. “Siempre se valorará el nivel de intensidad de estos ejercicios en función de la lesión del paciente. La actividad será progresiva y se incrementará el nivel de fuerza para pasar a trabajos de mayor potencia”, apunta Moreno. 

La última etapa de rehabilitación, según explica el profesor, consiste en retomar la actividad habitual en una fase de entrenamiento una vez que el tejido ya está completamente cicatrizado y el médico observe, mediante ecografías, que la zona lesionada no presenta ningún derrame. “En esta fase se van llevando a cabo acciones cada vez más específicas hasta que la persona esté completamente recuperada para el retorno a la actividad normal”, esclarece Moreno. 

Aunque no siempre se pueden prevenir las lesiones musculares, sí se puede reducir el riesgo si se lleva a cabo un calentamiento adecuado con el fin de acondicionar el cuerpo y la mente para el ejercicio que se pretende llevar a cabo.   

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