La luz y la salud

El profesor del Departamento de Histología y Anatomía de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) Pere Berbel subraya que son múltiples los usos de la luz en beneficio de la salud. Por ejemplo, actualmente se utiliza para curar determinados tumores a través de la tecnología láser. Aunque, como puntualiza Berbel, se trata de una técnica que no es posible aplicar en todos los tipos de tumores, solo  en aquellos que cumplen una serie de condiciones como estar localizados o ser sólidos. Según opina el profesor, los avances en tecnología láser son  muy importantes porque posibilitan la proyección de una energía muy fina y dirigida, que permite hacer cortes o “soldaduras” con máxima precisión en los tejidos. El docente opina que a  medida que vaya avanzando la robótica, la precisión aumentará.

Pere Berbel considera fundamental para entender la importancia que ha tenido la luz en la medicina, valorar primero el papel de la luz en la investigación básica, aplicada y transversal. El profesor pone como ejemplo el desarrollo de la optogenética, que permite que las células puedan expresan proteínas sensibles a la luz láser. Un avance que contribuirá al estudio  de enfermedades neurológicas como el Parkinson.

Otro gran ejemplo de la relevancia de las investigaciones basadas en la luz en el ámbito de la salud es el Premio Nobel de Química  2014, que ha recaído en los estadounidenses Eric Betzig y William Moerner y el rumano Stefan Hell, por el desarrollo de la microscopía de fluorescencia con super-resolución para el estudio de las células.

Para entender el logro que ha supuesto la microscopía de fluorescencia conviene remontarse a la invención del microscopio óptico, en el siglo XVII. Una ventana con vistas a la vida a escala microscópica. La profesora de Química Orgánica e investigadora del Instituto de Bioingeniería de la UMH Ángela Sastre, quien publicó junto con el profesor Moerner un artículo de investigación en 2002, puntualiza que con el microscopio óptico no se podía alcanzar una resolución por debajo de la mitad de la longitud de onda de la luz. En términos de dimensiones, quiere decir que se podían ver las células y los contornos de distintos orgánulos, pero no era posible interpretar virus o interacciones entre proteínas responsables de enfermedades. De ahí la gran importancia de la microscopía de fluorescencia con super-resolución, que sí supera esa barrera al permitir mirar a escala nanoscópica, explica Sastre.

La academia ha premiado dos contribuciones diferentes que han ido paralelas: por una parte, el desarrollo de la microscopía de confinamiento por emisión estimulada, discurrida por el profesor Hell y, por otro lado, el desarrollo de lo que se denomina microscopía de molécula individual, a manos de los profesores estadounidenses Betzig y Moerner. Ambos métodos confluyen en una cosa: utilizan la fluorescencia molecular para ver a escala nanoscópica.

 

Alicia de Lara

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