La Inteligencia Artificial en la Comunitat Valenciana: una estrategia para las personas

La importancia de la Inteligencia artificial

Creo, como muchos otros, que la Inteligencia Artificial va a cambiar la forma en que hacemos muchas cosas cotidianas, que vamos a abandonar prácticas habituales y nos va a introducir en nuevos procesos que ni imaginamos. ¿Recuerdan lo que se decía hace veinte o treinta años sobre los ordenadores? No creo que nadie tenga dudas acerca de que la informática ha cumplido con creces ese pronóstico. Pero ¿es la IA más de lo mismo o es una cosa nueva?

Hace muchos años, en una entrevista que le hicieron a Steve Jobbs, el fundador de Apple decía que si analizábamos la eficiencia de los animales que nos rodean, la especie humana no era especialmente eficiente, menos que un salmón. Sin embargo, si se subía en una bicicleta impulsada sólo con la fuerza de sus piernas, se convertía en la más eficiente con diferencia, más que el cóndor o el guepardo. Usando esto como metáfora, afirmaba que «los ordenadores son las bicicletas para nuestras mentes»: nos permitirán desarrollarnos y llegar mucho más lejos y más rápido de lo que lo haríamos sin ellos.

Cualquiera que haya manejado un ordenador, aunque sea como usuario, ha tenido esta percepción. La máquina le habrá permitido hacer más y más rápido. Pero también habrá ocurrido algo: habrá comenzado a realizar cosas que son completamente nuevas y con ello a realizar su propio proceso de «transformación digital».

Carolina Pascual Villalobos, Consellera de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital

La Inteligencia Artificial lleva esto muchísimo más lejos. Es directamente una prolongación de algunas de las habilidades que nuestro cerebro es capaz de hacer. Por ejemplo, reconocer objetos en imágenes o analizar el lenguaje humano oral o escrito, encontrar patrones en conjuntos de datos, realizar predicciones con información parcial. Y, por ello, es capaz de mejorar las fotos que tomamos con el móvil, clasificar imágenes o vídeos, traducir idiomas o conducir coches por nosotros.

Soy una optimista tecnológica y creo que todas las posibilidades que nos ofrece la IA tendrán un altísimo impacto en nuestras vidas cotidianas para mejor. Allí donde se haga un adecuado y ético uso de la Inteligencia Artificial, vamos a notar cambios y mejoras.

Si sabemos aprovechar las oportunidades, la Inteligencia Artificial va a ser una fuente de prosperidad para nuestra sociedad por todas las promesas que ofrece, de hecho, algunas ya se están cumpliendo. Tenemos la obligación, cada uno desde donde nos corresponda, de aprovechar esas oportunidades. Sobre todo, para el bien común.

No nos vale el «todo vale»

He marcado antes la palabra «adecuado» porque la IA, como muchas otras tecnologías, es un catalizador -potentísimo, eso sí- de tendencias, procesos y funcionalidades. Por tanto, igual que puede ser utilizada positivamente también puede servir para potenciar usos no adecuados. Ahí es donde tenemos que ser vigilantes. No podemos dejar que la IA sea utilizada contra el ser humano, sino a su favor. Hay muchos investigadores que han puesto el acento en los usos de la IA para el bien común, como la científica Nuria Oliver, directora del nodo Ellis de IA en Alicante. A la vez que señala las oportunidades que la IA ofrece, ella también remarca los problemas que hay que resolver para que el uso sea «adecuado».

Lo hace presentando el acrónimo «FATEN», que son la iniciales, en inglés, de «Fairness», «Autonomy», «Transparency», «Education» y «Non-Maleficience» (Justicia, Autonomía, Trasparencia, Educación y No maleficiencia) a los que añade «responsabilidad y beneficiencia o buen uso».

Al pensar en utilizar la Inteligencia Artificial, no todo vale.

Hay que potenciar lo bueno. Gracias a la IA, en el campo de la medicina, en nuestra propia tierra, nuestras investigadoras e investigadores están encontrando herramientas no agresivas que salvan vidas con diagnósticos tempranos; se puede luchar contra los desastres naturales; combatir el fraude y se puede ser muy eficaz en la gestión de los recursos públicos ciudadanos. Se puede predecir la producción de las cosechas y la ocupación turística con meses de anterioridad. Todo depende de que tengamos claro cómo vamos a usar la Inteligencia Artificial para el bien común. Investigadores como Nuria Oliver y otros pensadores nos marcan el camino a seguir.

Hay que tener un plan

Por las razones expuestas debemos hacer todo lo posible, insisto: cada uno desde donde le corresponda, para hacer que la Inteligencia Artificial sea el motor de desarrollo valenciano de los próximos años. Debemos introducirla en nuestros procesos productivos, de gestión, de diagnóstico… Y, por supuesto, en los sistemas educativos de todos los niveles. Querría señalar aquí excelentes iniciativas universitarias como la de la Universidad Miguel Hernández de Elche y su plan de Introducir la IA en los niveles educativos básicos, formación profesional y secundaria.

En definitiva: la inteligencia artificial, y con ella la gestión de la información y datos disponibles, producirá el cambio de modelo económico hacia una economía y a una sociedad digital.

El futuro llegará. Algunos dirían que ya ha llegado. Pero pueden pasar dos cosas: que el futuro que otros diseñan nos arrolle, nos pase por encima y que acabemos siendo consumidores pasivos o que contribuyamos al diseño de un futuro próspero con nuestras condiciones y propuestas. Para que ocurra esto último hace falta tener un plan.

La iniciativa de Presidencia de la GVA de establecer una «estrategia para la IA Valenciana» va mucho más allá de la simple idea de que hay que impulsar su desarrollo. También marca cómo queremos que la IA sea utilizada, siempre para el bien común y pretende establecer los compromisos de la propia administración valenciana para hacer posible ese uso «adecuado» que debe traer prosperidad.

Ya están ocurriendo cosas y no son casualidad: los numerosos programas de la AVI sobre IA o el impulso para incorporar la IA en todos los sectores, la instalación preferente en el Distrito Digital de empresas enfocadas a la aplicación de la Inteligencia Artificial o el reciente anuncio de que el mismo Alicante será la sede de un nodo de la red europea de excelencia investigadora ELLIS.

Son muestras de que, si nos proponemos las mismas metas, todo será posible.

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