La evolución del Wi-Fi permitirá a los vehículos comunicarse entre ellos para detectar un posible riesgo de accidente

Dos vehículos van a cruzarse en una intersección en la que hay un edificio en medio y existe riesgo de colisionar. Los conductores no se ven y sus radares, tanto frontales como laterales (en el supuesto de que los hubieran), son incapaces de detectar riesgo alguno. El frontal porque a priori no tiene ningún objeto delante, y el lateral porque únicamente detecta el edificio. En este escenario, la única posibilidad de que ambos vehículos pudieran avisarse del riesgo de colisión es la comunicación inalámbrica vehículo a vehículo.

De este trabajo, entre otros, se ocupa precisamente UWICORE (Ubiquituous Wireless Communications Research), grupo de investigación de la Universidad Miguel Hernández, integrado en el departamento de Ingeniería de las Comunicaciones. En el escenario de la intersección, los vehículos, equipados con la tecnología adecuada, emiten radiobalizas a través de las cuales envían su posición y su velocidad el uno al otro y pueden calcular si existe un riesgo de impacto. Esta capacidad de comunicación entre vehículos está diseñada para evitar los accidentes de tráfico en intersecciones o los accidentes en cadena mediante un aviso al conductor, pero en ningún caso suponen una conducción automática.

Javier Gozálvez, director de UWICORE, asegura que se trata de un sistema que evoluciona del Wi-Fi y que, por tanto, las investigaciones van encaminadas a resolver los problemas que este tipo de redes inalámbricas suelen padecer: no hay cobertura siempre, el Wi-Fi no se detecta igual en todas partes y el vehículo debe avisar con tiempo al conductor para que no hayan reacciones bruscas que puedan también provocar un accidente. “Los coches deben tener la capacidad de discriminar entre todos los vehículos que detectan cuál es el que supone un riesgo real y, además, debe evitarse el colapso de las redes en las zonas en las que circulen muchos automóviles, para evitar el problema de que alguien que pudiera suponer un riesgo no fuera detectado”, señala Gozálvez, quien añade que para ello, el principal objetivo de su grupo es convertir dichas redes inalámbricas en “robustas y fiables”.

La metodología de trabajo para llevar a cabo estas investigaciones en el campus de la UMH en Elche incluye la metodología analítica. Mediante algoritmos, se lleva a cabo una primera evaluación, y las simulaciones por ordenador se encargan de representar los escenarios en los que circulan una gran cantidad de vehículos, además de realizarse demostraciones a menor escala en la propia Universidad. No obstante, se requiere de una evaluación práctica a mayor escala, y es aquí donde interviene la transferencia a empresas externas a la universidad, como en el caso de la multinacional vasca Ikusi. UWICORE trabaja con esta empresa en la puesta en marcha de equipos de señalización variable, infraestructuras que comunican con el vehículo para darle información sobre el estado de tráfico. En lugar de un panel o una señal, que con un objeto en medio no se vería, es el vehículo el que analiza la información y la muestra en su pantalla.

Otro ejemplo es el contrato entre UWICORE y Applus Idiada Automotive Technology, una empresa de diseño, ingeniería, ensayos y servicios de homologación para la industria del automóvil, que tiene en Tarragona las mayores pistas del sector automoción en Europa. “Hicimos pruebas de comunicaciones vehiculares en circuitos en los que se comprobaba la capacidad de evitar el choque en cadena. Se probó en vehículos que circulaban a 100 km por hora, pilotados por conductores expertos”, señala Gozálvez. Según el director del grupo de investigación, la idea es que se empiece a implementar esta tecnología en 2015 para que entre 2030 y 2035 tenga una penetración real en el mercado.

 

 

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