La memoria de la guerra civil

Los tres años de Guerra Civil dejaron pocas fotografías, pero si se echa un vistazo a la Cátedra Pedro Ibarra de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), se ve la inmensa cantidad de historias que se han recuperado. Según el profesor de Periodismo de la UMH y director de la Cátedra, Miguel Ors Montenegro, “Elche es un buen observatorio para estudiar la República, la Guerra y el Franquismo”.

II República

Durante la época republicana, la ciudad se caracterizó por seguir rigurosamente las directrices de los gobiernos, como los de José Giral, Francisco Largo Caballero y Juan Negrín. No hubo revoluciones significativas y las expropiaciones de terrenos rurales, urbanos e industriales fueron limitadas y afectaron a un número reducido de propietarios, según cuenta Ors en Elche en guerra 1936-1939.

Además, el artículo del profesor de Historia Jaume Frau Vicente en la revista La Rella número 32 permite recorrer una Elche en la que resultan llamativos algunos nombres de calles. En el acta del 26 de agosto de 1932, la Juventud Socialista pidió al Ayuntamiento que cambiase las vías dedicadas a santos por nombres de personas prestigiosas de la ciencia y la literatura. Todas ellas con una fuerte carga ideológica: Federico Engels (antes conocida como Sant Antoni del Pla), Carlos Marx (Sant Joan), Rosa Luxemburgo (Sant Josep) o Carlos Liebknecht (Mare de déu del Rosari).

La Guerra civil en Elche

El 20 de febrero de 1936, casi cinco meses antes del golpe de estado que inició la Guerra Civil, en Elche hubo 14 asaltos a varios lugares (entre ellos varias iglesias y sedes de partidos). El más sonado fue el ataque y el incendio de la Basílica de Santa María. Ese día se conocieron los resultados de las elecciones del 16 de febrero, las últimas de la Segunda República y las que más participación ciudadana tuvieron en ese periodo. Con el sistema electoral mayoritario, ganó el Frente Popular, una coalición de partidos de izquierdas, con ocho diputados. La derecha consiguió tres representantes. Manuel Rodríguez Martínez pasó a ser el alcalde y nombró a Vicente Alcalde Butler jefe de la Guardia Municipal. Butler era un dirigente comunista, se dice que instigó los incendios de las iglesias ilicitanas porque no usó la Guardia Municipal para evitarlos.

Manuel Rodríguez Martínez, alcalde de Elche (1931-1936)

Basílica de Santa María tras el incendio del 20 de febrero de 1936

Las milicias republicanas usaron la Basílica de Santa María como taller. Una miliciana que marchó al frente de Madrid fue Francisca Vázquez Gonzálvez, conocida como Frasquita. A los 23 años se asoció a la Unión General de Trabajadores (UGT) y a las Juventudes Socialistas. Fundó el Grupo Femenino Socialista junto con Rita García, Asunción Campello, Clara Rodríguez y Francisca Amorós. Tras el golpe de estado y en la contienda, fue delegada del Gobernador Civil e hizo voluntariado en el Hospital de Sangre nº 2. Los hospitales de sangre eran clínicas militares, en Elche hubo dos y se situaban uno en la calle Ancha y otro en la Plaza Eras de Santa Lucía. Cuando terminó la guerra, Frasquita se exilió a Orán (Argelia) en el buque británico Stanbrook junto con unas 2.500 personas más. En 1964 se trasladó a Francia y cuatro años después regresó a España.

La Basílica de Santa María como “edificio destinado al servicio de la República” (1936)
Frasquita Vázquez Gonzálvez durante la guerra civil
Frasquita y Jerónimo Maciá Vives con sus hijos Hortensia y Pepito en Orán (1950)

Industria y economía durante el conflicto

En la guerra, surgieron numerosos organismos locales. Se llegó al punto en que el Frente Popular, presidido por el alcalde en funciones, se convirtió prácticamente en una segunda corporación. El 5 de agosto de 1936 se creó la Junta de Auxilio Familiar formada por los industriales Vicente Sansano Fenoll, Manuel Lucerga Sánchez, Juan Pérez Soto y Antonio Ibarra Peral y los socialistas Juan Pomares Castaño -presidente de la Agrupación Socialista- y el alcalde Manuel Rodríguez Martínez como presidente. Su primera acción fue designar una comisión que viajó a Madrid con muestras de alpargatas, tejidos, hilos y calzado para ofrecerlos al Gobierno y así paliar la parálisis económica de la ciudad. Lo que en un principio se estableció para el subsidio de las familias, terminó enfocado a la asistencia de los trabajadores desempleados y a la caridad para abordar las necesidades del conflicto.

Guerra civil en Elche. Mitin del Frente Popular en Elche (1936)
Mitin del Frente Popular en Elche (1936)

En la década de 1920, la industria del calzado estaba en expansión en Elche. En 1922, había 30 fábricas de calzado de cuero, pero el sector no volvería a tomar impulso hasta la década de los 60. Lo mismo ocurrió con el movimiento obrero y las conquistas sociales. No obstante, durante la contienda, otro de los organismos  más importantes durante la contienda fue el Consejo de Economía Local. Se encargó de coordinar la producción industrial. Estaba formado por dos representantes de cada uno de los partidos integrados en el Frente Popular: Confederación Nacional del Trabajo (CNT), Unión General de Trabajadores y Trabajadoras (UGT), Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y Centro Industrial y Mercantil. Su objetivo fue proporcionar créditos a las empresas. Para ello, se organizaron tres almacenes (alpargatería, zapatería y calzados confeccionados) y estableció una jornada laboral de 10 horas durante seis días a la semana.

Además, el  1 de julio de 1937, el Consejo de Economía Local emitió su propia moneda debido a la escasez del dinero legal. Lanzaron vales de 1 peseta, 50 y 25 céntimos, para pagar el salario de los trabajadores. Sin embargo, Miguel Ors Montenegro escribe en Elche, una ciudad en guerra (1936-1939) que, con o sin vales, el verdadero problema era conseguir alimentos y no tanto con qué pagarlos.

Papel moneda emitido por el Consejo de Economía Local el 1 de julio de 1937.  Está firmado por el alcalde Juan Hernández Rizo y por el tesorero Juan Barceló

La guerra trajo consigo una serie de mítines y una fuerte actividad política. La población tardó en reconocer que se enfrentaba a un combate prolongado. Se pasó de la creencia de una victoria segura a la de una derrota inevitable. La gente empezó a cansarse de un conflicto sin fin. Cada vez era más común encontrar largas colas para obtener alimentos.

Refugiados de guerra

Muchos españoles tuvieron que abandonar su lugar de residencia para huir de las calamidades del conflicto. Elche fue el destino oportuno para los refugiados por su lejanía en el combate y su importancia económica. Entre los censos de 1930 y 1940, la población de Elche aumentó de 38.013 a 46.596 habitantes, lo que representa un crecimiento neto de 8.583 habitantes durante la década. En la guerra aumentó el número de “ausentes” en el censo, es decir, personas empadronadas pero no residentes, que pasaron de 210 en 1930 a 906 en 1940, en parte debido al exilio político. Por otro lado, el número de “transeúntes” se mantuvo casi constante, de 1.168 en 1930 a 1.006 en 1940, ya que la mayoría de los refugiados abandonaron la ciudad.

Vicente Albarranch. “Refugiados en Elche” (1937)
Vicente Albarranch Blasco (1898-1940) pintando al aire libre cerca de Granollers en 1933

Vicente Albarranch Blasco nació en 1899, fue un pintor ilicitano autodidacta que retrató la presencia de exiliados en Elche en una de sus obras. Es uno de los artistas de la ciudad que aparecen descritos en la Cátedra Pedro Ibarra como su contemporáneo Mariano Antón Serra o Jaime Lafuente Sansano. Albarranch estuvo en Marruecos realizando el servicio militar, allí hizo sus primeros dibujos paisajísticos. Después, se trasladó a Granollers (Barcelona) y en 1927 realizó su primera exposición. Durante la II República participó en política y al producirse el golpe militar se mantuvo fiel a sus ideales republicanos. Colaboró en la protección de patrimonio artístico para la Generalitat de Cataluña y evitó la destrucción de varias obras religiosas.

De hecho, cuando unos milicianos asaltaron la parroquia de Granollers, Albarranch se opuso tajantemente a su quema. En 1937, volvió a Elche con su mujer Isabel y su hija Maribel. Hubo una orden de detención contra el pintor por desafecto al gobierno republicano, tal vez por su traslado a su ciudad natal. Sin embargo, no fue arrestado por esta causa. Más tarde, en el verano de 1939, el gobierno franquista encarceló a Albarranch por una denuncia personal venida desde Granollers. En el dossier de la prisión no aparece el motivo de la detención. Albarranch falleció gravemente enfermo el 16 de agosto de 1940 en el Reformatorio de Adultos de Alicante.

Dibujo de Manuel González Santana dedicado a Albarranch en el Reformatorio de Adultos de Alicante (1939)

Franquismo

En la posguerra, 32 ilicitanos fueron fusilados, 7 en la propia ciudad tras ser condenados por el Juzgado Militar Local y 25 en Alicante por diferentes tribunales militares. Según el informe de la Causa General, únicamente 5 de ellos fueron acusados de participar en las muertes violentas ocurridas en la ciudad, todos militantes del Partido Comunista. Un caso especial es el de Ginés Cañavate Conesa que fue fusilado el 17 de noviembre de 1939 y luego indultado.

Además, se conmutaron 9 penas de muerte sin ninguna razón jurídica aparente y 37 personas fueron condenadas a 30 años de reclusión mayor, cumplieron sus penas en El Dueso u otras cárceles especialmente rigurosas. Las condenas más comunes eran de 20 años o de 12 años y un día, así como 6 años y un día. Se registraron un total de 474 personas en la cárcel del Palacio de Altamira y otras 37 en el retén municipal de Calendura para mediados de mayo de 1939.

Placa situada delante del Mural en memoria de los fusilados de posguerra (2008)

“Las historias locales enriquecen a las nacionales”, afirma Miguel Ors Montenegro, y es que las huellas indelebles que dejó la Guerra Civil en Elche nutren a la memoria colectiva de España. Gracias al trabajo de la Cátedra Pedro Ibarra de la UMH, se puede reconstruir una parte importante del pequeño pero inmenso pasado de la ciudad. Preservar la memoria histórica es fundamental para honrar a aquellos que sufrieron injusticias y reparar el daño causado. Además, siempre es edificante cuestionar las narrativas dominantes y examinar las interpretaciones del pasado. Cualquier familia ilicitana que esté interesada en rescatar su pequeño tesoro histórico puede contar con la Cátedra Pedro Ibarra, estarán encantados de recuperarlo.

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