La viruela del mono y el riesgo de estigmatizar a quienes la padecen

Shutterstock / Berkay Ataseven

Elisa Chilet Rosell, Universidad Miguel Hernández

Desde hace unas semanas hemos asistido, tanto en la comunidad científica como en los medios de comunicación, a un interés creciente por los brotes de la viruela del mono (MPX por sus siglas en inglés, Monkeypox) que han aparecido en diferentes países.

Se da la particularidad de que, por primera vez, la mayoría de los casos han sido detectados en hombres jóvenes que no han viajado recientemente África (donde es endémica) y que han manifestado tener sexo con hombres. Pero, ojo, porque esto no significa que el virus sólo se transmita en relaciones sexuales entre hombres. Y comunicándolo erróneamente corremos el peligro de estigmatizar a un sector de la población, como ya ocurrió con el virus del sida.

¿Una historia repetida?

La situación generada por la viruela del mono ha hecho que volvamos la vista atrás, a hace unos dos años y medio, cuando comenzamos a escuchar hablar del SARS-COV2 sin darle demasiada importancia. Sin embargo, la situación generada por la MPX es bien distinta.

Para empezar, el virus de MPX (MPXV) es un virus de ADN de doble cadena envuelto que pertenece al género Orthopoxvirus de la familia Poxviridae, identificado por primera vez en humanos en 1970 en la República del Congo. La transmisión puede ser zoonótica (de animal a humano) o entre personas.

La transmisión zoonótica se produce por contacto directo o indirecto con animales vivos o muertos, siendo por ahora el principal factor de las infecciones humanas por MPX. Esto puede ocurrir por mordedura o arañazo, en la preparación de la carne para su consumo o por contacto directo con fluidos corporales o lesiones de un animal infectado. Comer carne inadecuadamente cocinada de un animal infectado es un posible factor de riesgo adicional.

La transmisión de persona a persona es rara y, al igual que en la viruela (enfermedad erradicada hace más de 40 años), se produce principalmente a través de partículas respiratorias en forma de gotitas. De ahí que suela requerir un contacto prolongado cara a cara. Sin embargo, también se contagia por contacto con lesiones cutáneas de una persona infectada u objetos recientemente contaminados, como ropa de cama o de vestir.

Por qué ha aparecido en Europa y Estados Unidos

Los casos fuera de África suelen ser raros. Sin embargo, desde el 7 de mayo de 2022, ha habido un goteo constante de casos en diferentes países europeos y en EEUU. En España se activó la alerta sanitaria por viruela de mono tras la confirmación de siete casos y la sospecha de otros 24.

Esta es la primera vez en la que se detectan cadenas de la transmisión de MPXV en Europa en las que no se han podido identificar vínculos epidemiológicos con África occidental o central (donde la enfermedad es endémica). Se da la particularidad además de que, por primera vez, la mayoría de los casos han sido detectados en hombres jóvenes que no han viajado recientemente a África y que han manifestado tener sexo con hombres. Es más, es la primera vez que se describen casos de MPX en hombres que tienen sexo con hombres (HSH).

El tratamiento que se le dé a esta información ha de ser sumamente cuidadoso. En primer lugar, porque no implica que el virus sólo se transmita en relaciones sexuales entre hombres. El sexo es, por definición, proximidad física y contacto directo prolongado. Un contagio dentro de una red sexual (contactos directos y de segundo grado) seguido de viajes podría explicar fácilmente por qué están apareciendo grupos de casos en diferentes países dentro de esas redes extendidas. Esta transmisión por contacto estrecho durante las relaciones sexuales no es exclusiva de HSH.

Tal y como ha recordado el Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de EEUU “cualquier persona, independientemente de su orientación sexual, se puede contagiar de MPX a través del contacto con fluidos corporales, llagas de una persona con MPX o artículos compartidos (como ropa y ropa de cama) que hayan sido contaminados con fluidos o llagas de una persona con MPX”. Y añaden que, además, “puede propagarse entre las personas a través de las gotitas respiratorias, normalmente en un entorno cercano, como el mismo hogar o un entorno sanitario.”

Desde el European Center for Disease Control se recomienda “a las organizaciones de Salud Pública y las organizaciones comunitarias tomar medidas para concienciar sobre la posible propagación de la MPX en las comunidades de personas que se identifican como HSH o que mantienen relaciones sexuales ocasionales o que tienen múltiples parejas sexuales”.

El peligro de estigmatizar

En segundo lugar, aunque ser conscientes de que hay grupos más susceptibles por ciertas prácticas puede ser útil para establecer medidas preventivas y de Salud Pública, también entraña el riesgo de crear un estigma para estos mismos grupos que se pretende proteger. Es decir, crear un prejuicio y etiquetar a individuos como parte de un grupo que se considera socialmente inaceptable.

Precisamente, los HSH fueron uno de los grupos que sufrió –y sufre– el estigma relacionado con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), ligado a las imágenes y primeras noticias de comienzos de los años 80. Aún hoy, existe la creencia de que el VIH sólo afecta a determinados grupos, se ejercen juicios morales sobre las personas contagiadas y se les culpabiliza del contagio.

Cabe por tanto recordar la responsabilidad de los medios de comunicación para no contribuir a esta potencial estigmatización.

Igualmente, ante el trabajo frenético que se presenta para las próximas semanas, se debe trabajar para que los protocolos que se están elaborando desde diferentes instancias no sean estigmatizantes.

Elisa Chilet Rosell, Profesora del área de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad Miguel Hernández

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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