“El sistema inmunitario no es el malo, el malo es el virus”, destaca el profesor de la UMH Rubén Francés

El investigador del Departamento de Medicina Clínica de la Universidad Miguel Hernández (UMH) Rubén Francés se adentra en el funcionamiento  del sistema inmunitario en la última jornada de ‘Ciencia con tapas’ que, tras varios meses de pandemia, se retomó el pasado jueves.

Los coronavirus estuvieron muy presentes en la jornada titulada “¿Cómo se defiende nuestro cuerpo del SARS? La respuesta inmunológica frente a virus”, que estuvo a cargo de Rubén Francés, investigador del Grupo de Inmunobiología Hepática e Intestinal del Departamento de Medicina Clínica UMH-CIBERHED. Durante meses el sistema inmunitario ha estado en el punto de mira, incluso llegando en ocasiones a ser señalado como el causante de todos los males. Por ello el investigador hizo hincapié en que el “malo” no es el sistema inmunitario: “El malo es el virus”, subrayó. Y además aclaró: “Los problemas no vienen derivados de nuestra respuesta inmunitaria, sino de la capacidad de evasión que tienen los virus de ese sistema, que es muy eficaz y que nos protege constantemente”.

El experto estuvo acompañado de Luis Pérez, investigador del IDiBE y profesor del Área de Bioquímica y Biología Molecular de la UMH, quien, tras realizar un recorrido por los distintos coronavirus conocidos hasta el momento, señaló: “La humanidad no vivía algo similar a nivel de mortalidad por una pandemia viral desde la década de 1960, cuando la gripe de Hong Kong causó más de un millón de muertos en todo el mundo”.

El coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, ha puesto en jaque a la sociedad dejando cifras tan desoladoras que por el momento suman más de 40 millones de infectados y más de un millón de fallecidos. Esta situación ha provocado que el sistema inmunitario esté en boca de todos y que sea muy necesario explicar su funcionamiento.

Un arsenal natural para luchar contra infecciones 

Cuando un organismo es infectado se genera una respuesta inmunitaria que, como explicó Francés, se desarrolla en dos etapas. La primera es la fase de inflamación aguda y en ella los distintos tipos de células que forman el sistema inmunitario responden a esa inflamación produciendo mediadores inflamatorios y llevando células al lugar de la infección. Si la respuesta ha sido exitosa y se ha conseguido aclarar la carga viral, la segunda fase sería la resolución de la inflamación y el tejido volvería a la situación inicial. Si por el contrario el sistema inmunitario no ha sido capaz de hacer frente a la carga viral, se entra en una fase severa de la enfermedad, en la que se producirán complicaciones clínicas.

Pero ¿qué ocurre en el proceso de respuesta? Francés explicó que el cuerpo humano dispone de un complejo sistema de defensa en el que intervienen varios actores y que se pone en marcha desde que el virus infecta la primera célula del cuerpo. La primera respuesta consiste en secretar interferón tipo I, una molécula clave en la respuesta antiviral que el investigador describió como “la piedra angular a partir de la cual se monta toda la respuesta inmunitaria”. Según explicó, permite al organismo activar las células presentadoras de antígenos, que tienen la misión de reconocer las distintas estructuras de los virus y aumentan la molécula MHC presente en la superficie de las células afectadas. También, se encargan de presentar esas estructuras a las demás células del sistema inmunitario para que estas sean también capaces de reconocer al virus.

Además, esta molécula sirve para que los linfocitos T CD8 generen lo que se denomina una respuesta T citotóxica adquirida que, tal y como señaló Francés, se encarga de descomponerlas células afectadas para reducir la carga viral de forma muy potente. También pone en funcionamiento la respuesta T cooperadora, que opta por degradar la estructura antigénica de las células para no tener que destruirlas y, haciendo gala a su nombre, ayudan a mantener un adecuado umbral de citotoxicidad: “Tenemos una población de Linfocitos T citotóxicos que es capaz de matar células, por lo que no nos interesa que se extienda mucho porque podría acabar degradando células que no nos interesa que se degraden”, aclaró el investigador del IBiDE. 

El interferón tipo I permite también la activación de los linfocitos NK. El experto señaló que estas células son las únicas que tienen la capacidad de reconocer la amenaza por una ausencia de algo propio del cuerpo humano. Es decir, dan la voz de alarma cuando faltan algunas proteínas en la superficie de nuestras células, para lisar aquellas infectadas en el proceso, que se conoce como citotoxicidad natural.

Y, por último, algo fundamental: los linfocitos T CD4, que son capaces de activar, a través del interferón tipo I, los linfocitos B, las únicas células que pueden producir anticuerpos, una memoria inmunológica que ante una segunda exposición al virus nos permitiría responder en cuestión de horas. “Tengamos en cuenta que ante una infección normal, un linfocito T puede tardar siete días en formarse”, matizó Francés.

Los virus son estrategas

Desafortunadamente, los virus han diseñado estrategias para evadir nuestra respuesta inmunitaria: “Su objetivo, principalmente, es evitar ser reconocidos en la entrada e intentar impedir que generemos el interferón tipo I”, apuntó el investigador. Si esto ocurre, es decir, si el virus consigue su objetivo, la citotoxicidad natural, la respuesta citotóxica, la generación de anticuerpos y todas las acciones mencionadas anteriormente se verían bloqueadas o reducidas enormemente. 

Si los virus son capaces de evadir nuestra respuesta, continúan infectando células, causando la aparición de mediadores inflamatorios, que dan lugar al reclutamiento de neutrófilos, un tipo celular que forma parte la respuesta antiviral del cuerpo pero que puede ser perjudicial si se mantiene mucho tiempo en circulación. Esta situación es peligrosa ya que da lugar a que la inflamación del sistema se esté retroalimentando: “Se produce una exacerbación de la respuesta inmunitaria y al mismo tiempo perdemos la capacidad de eliminar virus porque todos los tipos celulares que se encargan de hacer eso están bloqueados al no poder expresarse el interferón de tipo I”,explicó Francés, y añadió que el ratio de neutrófilos/linfocitos es un gran marcador en sangre de la severidad de la COVID-19.

Estas alteraciones de nuestras defensas han causado que muchas personas tengan dudas sobre si es más adecuado tener el sistema en forma a la hora de hacer frente  a la infección o, en su lugar, estar inmunodeprimido para evitar que el virus pueda usar las defensas del sistema en su contra. Sin embargo, el investigador lo tiene claro: “Estamos ante un problema de tiempos. Lo mejor es ser inmunocompetente para intentar controlar la infección desde el primer momento por todos los medios posibles. En caso de que esto no funcione, la inmunosupresión tal vez nos pueda ayudar a rebajar la cantidad de productos que somos capaces de generar y que van a hacernos daño”. Aunque el experto señala que existen algunas estrategias terapéuticas que tienen en cuenta esta opción, insiste en que es necesario actuar con precaución porque “por su complejidad, es muy difícil bloquear una sola función del sistema inmunitario sin desajustarlo todo”.

Ciencia con Tapas es una iniciativa organizada por el Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria (IBiDE) de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche que busca acercar la ciencia a la sociedad mediante temas de actualidad. Como viene siendo habitual, la actividad tuvo lugar en la tienda Fnac de Alicante, que adaptó su espacio siguiendo un riguroso protocolo para respetar todas las medidas de aforo y seguridad establecidas ante la COVID-19. Esta jornada es una de las muchas actividades que la Universidad Miguel Hernández está realizando para celebrar la Noche Europea de las Investigadoras.

La “Mednight” nace como fruto de la colaboración de un consorcio de 12 entidades: la UMH, la Universidad de Murcia, Universidad Politécnica de Cartagena, Universidad de Alicante, Universitat de València, Universitat Politècnica de València, Universitat Jaume I, Fundación Fisabio, Fundación Séneca – Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia, INCLIVA y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, bajo la coordinación de El Caleidoscopio y con el patrocinio de la Generalitat Valenciana a través de la Fundación de la C.V. para el Fomento de Estudios Superiores (FFES).  


La “Mednight” nace como fruto de la colaboración de un consorcio de 12 entidades: Universidad Miguel Hernández de Elche, Universidad de Alicante, Universitat de València, Universitat Politècnica de València, Universitat Jaume I, Universidad de Murcia, Universidad Politécnica de Cartagena, Fundación Fisabio, Fundación Séneca – Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia, INCLIVA y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, bajo la coordinación de El Caleidoscopio y con el patrocinio de la Generalitat Valenciana a través de Fundación de la C.V. para el Fomento de Estudios Superiores (FFES), la Casa Mediterráneo, Las Naves y Distrito Digital de la Comunitat Valenciana.

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