El efecto de los incendios sobre el suelo
La Generalitat ha anunciado hoy que adelanta la campaña estival de prevención de incendios forestales al próximo 15 de mayo. Los datos aportados reflejan que hasta el pasado 30 de abril se han producido 202 incendios en la Comunidad Valenciana que han afectado a 685,55 hectáreas. El verano del año 2012 fue especialmente duro para los bosques españoles. El fuego calcinó más de 165.000 hectáreas en el territorio nacional y la Comunidad Valenciana se llevó la peor parte, con 60.000 hectáreas quemadas en los incendios de Cortes de Pallás y Andilla. El grupo de investigación de Edafología Ambiental del Departamento de Agroquímica y Medio Ambiente de la Universidad Miguel Hernández analiza los efectos de los incendios forestales sobre el suelo. El profesor Jorge Mataix y su equipo se centran en el fuego que asoló la Serra de Mariola, en el término alicantino de Alcoy, en julio de 2012.
Como explica el profesor, hay que tener en cuenta que en la degradación de los suelos también intervienen otros factores aparte de los incendios como, por ejemplo, ciertos fenómenos meteorológicos, sería el caso de las lluvias torrenciales. Pero también repercuten los efectos de la industria o un comportamiento humano inapropiado: “Hay veces que no es necesario reforestar, porque es el propio ecosistema el que se autorreforesta”, subraya.
En la investigación de la Sierra de Mariola, los expertos analizan el efecto concreto que tiene sobre el suelo la extracción de madera quemada y también cómo se regenera la vegetación. El trabajo de campo consiste en la recogida de muestras una vez al mes en zonas que han sufrido un continuo paso de maquinaria pesada. “Controlamos los efectos que experimenta el suelo afectado y los comparamos con terreno de una parcela no afectada, para determinar la evolución de las propiedades y cómo, con el tiempo, se va recuperando la vegetación”, puntualiza Mataix.
Una de las características que se analiza es la densidad aparente del suelo, que ofrece una idea de si se está compactando, algo que el grupo ha demostrado que sí que ocurre en los suelos que han experimentado un continuo paso de maquinaria. De la misma manera que se detecta un retroceso de la recuperación de la vegetación en esta zona. La investigación concluye que el impacto de la extracción de madera es negativo tanto para el suelo, ya que hay propiedades que se han visto afectadas, como para la vegetación. El profesor pone como ejemplo el hecho de que el paso de las máquinas haya generado una cárcava que favorece el tránsito de aguas torrenciales, además de que la cobertura vegetal disminuye y aumentan los procesos degradativos.
Tras el incendio de esta sierra alicantina, los investigadores propusieron un experimento para promover la regeneración del suelo. Recubrieron algunas parcelas afectadas con paja con el objetivo de proteger el suelo de la erosión y de las primeras lluvias después del verano, tal y como explica Jorge Moltó, también investigador del grupo. Moltó aclara que la paja es un material que se descompone muy rápido y aporta nutrientes. Estos estudios servirán para proponer medidas de gestión para otras zonas similares.