Un pequeño paso para ti, un gran paso para tu bebé

Coral Moya Cuenca – Profesora del Grado de Podología de la UMH / Doctoranda en el Centro de Investigacion del Deporte

“Mientras venga sano, lo demás no es tan importante”. Estas suelen ser tus primeras palabras como madre o padre, antes incluso del nacimiento de tu futuro bebé. En ese momento, ya tienes un historial médico del tamaño de un libro: ecografías, analíticas y pruebas que te indiquen que todo se desarrolla según lo previsto. Te preparas para el día del parto y sus posteriores cuidados: clases, libros, charlas… Cualquier información es poca. Una vez llega el día, los nuevos padres entran en una convivencia de preocupación constante, biberones, pañales, risas, llantos…  Pero, ¿y los pies? Los primeros pasos como padres ya están establecidos, pero no los del bebé, y esos primeros pasitos que siempre recordarás nunca te enseñaron a afrontarlos.

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El pie es la parte fundamental para la independencia del desplazamiento de una persona[1]. Tu bebé usará los pies para jugar en el patio del recreo o en el parque, y de adulto, se moverá con ellos para viajar o para recoger su título en la Universidad. Sin embargo, nadie habla de los pies… Quizá es porque están demasiado lejos de nuestra cabeza. Hasta que un día nos duelen, nos impiden el movimiento y entonces se convierten en un gran problema.

El desarrollo de patologías del pie puede empezar en nuestros primeros meses[2]. Una correcta prevención del pie en ese primer gateo, primeras pisadas y posteriores zancadas, es fundamental en su desarrollo. Para ello es importante saber que cuando el bebé nace no tiene huesos en los pies, aún están formados por cartílago. Cada hueso empieza y termina de osificarse en un tiempo, siendo el más tardío a los 10 años. En esta evolución, el pie pasa por diferentes etapas y necesidades[3], donde lo más importante es permitir el desarrollo fisiológico del pie y evitar errores frecuentes desde los primeros pasos. Son siete los fallos más comunes que puedes cometer.

1. Evitar el uso de portabebés

La mochila portabebé sirve para llevar a tu bebé pegado al cuerpo y a la vez llevar los brazos libres. Este elemento es muy útil para los adultos, incluso se puso de moda hace unos años. Sin embargo, los bebés lo sufren[4] obligándoles a llevar las piernas totalmente abiertas. Además de prohibirles su total libertad de movimiento y desarrollo, forzamos una apertura de cadera elevada y producimos rotaciones en el fémur.

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2. Gateo, sí, gracias

Siempre se ha dicho que el gateo retrasa el inicio de la marcha, pero evitar el gateo nos traería múltiples problemas. El gateo es un proceso natural que el bebé realiza para desplazarse y, en ese movimiento, los músculos adquieren la fuerza para seguir con el proceso de la marcha e ir adaptando fuerza y coordinación. Además, la posición del gateo hace que nuestra espalda adquiera la curvatura necesaria para la posición erguida[5].

3. Tacatá, no, por favor

El tacatá o andador es el elemento usado por excelencia. Este mecanismo mantiene una posición forzada para el bebé que es perjudicial para su desarrollo. La cadera se coloca en una posición abierta con posibles problemas rotacionales en los miembros inferiores. Además, el bebé no llega bien al suelo y se tiende a una marcha de puntillas, y es la causa de muchos de los accidentes entre 5 y 8 meses[6].

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4. No forzar al bebé a caminar

Es muy común intentar animar al bebé a caminar. Pero los huesos y músculos podrían no estar preparados y estarían soportando una carga mayor de la que están capacitados[7]. Forzar a caminar al bebé antes de tiempo solo le producirá mayores caídas. En otras palabras, estamos intentando acelerar su desarrollo.

5. Pisar suelos irregulares

Ni siquiera en los primeros meses dejamos a nuestros hijos ir descalzos. Cuando lo hacen, suele ser en casa con un suelo totalmente liso. Esto carece de estimulación sensorial y desarrollo muscular intrínseco del pie[8]. Para aumentar este estímulo, existen alfombras o discos sensoriales, y cojines o bolas de equilibrio. Con estos elementos pueden jugar y a la vez desarrollar su función del pie con completa naturalidad.

6. Bicicleta sin pedales

Las bicicletas sin pedales han sustituido a las antiguas bicicletas con ruedines por tener más beneficios[9]. En los primeros años de vida, el niño aprende mejor la coordinación motora necesaria. Aumenta su equilibrio sobre la bicicleta en marcha, coordinando los dos pies para no caerse. Con el tiempo cogerá más velocidad y los pies estarán menos tiempo en el suelo. Se adquiere mayor confianza y seguridad a la hora de cambiar a una bicicleta con pedales. Las habilidades sensorio-motoras adquiridas con la bicicleta de equilibrio tienen más eficacia.

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7. ¡Mucho ojo al calzado!

Todos los niños tienden a quitarse los zapatos. No les gusta tener los pies encerrados en sus zapatos, y con razón. El zapato debe respetar la fisiología y evolución del pie y no estar sometido a la estética de la industria del calzado infantil[10]. Hasta que el bebé no empiece a andar es aconsejable no calzarlo. Después, el calzado cumplirá la función de protección y debe ser lo más flexible posible, sin que haya ningún elemento rígido o semirrígido en la parte trasera. La suela debe ser fina y sin altura en el talón. Por último, destacar que en el calzado no sólo es importante el largo sino también el ancho. Debe tener espacio suficiente para no oprimir los dedos.

Nos preocupamos mucho por estos primeros pasos, pero no tanto por los segundos y los terceros. La evolución de la pisada de tu hijo será lo que le lleve a caminar y correr correctamente. Las pautas podológicas suelen ser sencillas y están en continua actualización, pero falta mucha divulgación científica en este aspecto. Tener cultura sobre nuestros pies es clave, con mensajes precisos, claros y consistentes sobre la salud del pie[11]. Esto puede ser un pequeño paso para tu bebé, pero un gran paso para el futuro adulto en el que se convertirá.

Referencias:

[1] Cavagna GA, Margaria R. Mechanics of walking. Journal of Applied Physiology. 21, 271–278. 1966.
https://doi.org/10.1152/jappl.1966.21.1.271

[2] Gore AI, Spencer JP. The newborn foot. Am Fam Physician. 69(4):865-72. 2004.
https://doi.org/10.1097/00006416-200509000-00005

[3] Breeland G, Sinkler MA, Menezes RG. Embryology, Bone Ossification. StatPearls Publishing. 2021.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK539718/

[4] Frisbee SJ, Hennes H. Adult-worn child carriers: a potential risk for injury. Inj Prev. 6(1):56-8. 2000. https://doi.org/10.1136/ip.6.1.56

[5] Niemitz C. Kinematics and ontogeny of locomotion in monkeys and human babies. Z Morphol Anthropol. 83(2-3):383-400. 2002. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12050907/

[6] Al-Nouri L, Al-Isami S. Baby walker injuries. Ann Trop Paediatr. 26(1):67-71. 2006. https://doi.org/10.1179/146532806X90637

[7] Glotzer D, Weitzman M. Childhood injuries: issues for the family physician. Am Fam Physician. 44(5):1705-16. 1991. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/1950967/

[8] Quinlan S, Sinclair P, Hunt A, Fong Yan A. Excellent reliability of toe strength measurements in children aged ten to twelve years achieved with a novel fixed dynamometer. Gait Posture. 85:20-24. 2021. https://doi.org/10.1016/j.gaitpost.2021.01.015

[9] Mercê C, Branco M, Catela D, Lopes F, Cordovil R. Learning to Cycle: From Training Wheels to Balance Bike. Int J Environ Res Public Health. 19(3):1814. 2022.  https://doi.org/10.3390/ijerph19031814

[10] Hodgson L, Williams AE, Nester CJ, Morrison SC. Steps towards evidence-based foot-care for children: Behaviour and opinions of health professionals. Health Soc Care Community. 28(5):1651-1657. 2020. https://doi.org/10.1111/hsc.12990

[11] Hodgson L, Growcott C, Williams AE, Nester CJ, Morrison SC. First steps: Parent health behaviours related to children’s foot health. J Child Health Care. 24(2):221-232. 2020. https://doi.org/10.1177/1367493519864752

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