La ciencia detrás del “Si crees que puedes, puedes”
La profesora de Psicología de la Salud de la Universidad de Aberdeen (Escocia) Marie Johnston dice que lo que nos ha salvado de una catástrofe mayor durante la pandemia de COVID-19 ha sido el comportamiento humano. “Sobre todo en un principio”, comenta después de nuestra entrevista en la Universidad Miguel Hernández de Elche, un día antes de su investidura como doctora Honoris Causa. Ella sabe mucho del comportamiento humano porque ha dedicado casi toda su carrera como investigadora a estudiarlo, a saber qué factores influyen en él y cómo modificarlo. Tanto en teoría como en la práctica. Siguiendo los pasos de gigantes de la Psicología como Albert Bandura, ha estudiado la autoeficacia, el concepto científico que analiza algo curioso que nos sucede a las personas: que, cuando estás convencida o convencido de que puedes hacer algo, es más probable que lo consigas.
Pregunta. Al principio de su carrera en Psicología de la Salud, quiso buscar respuestas a la pregunta de por qué dos pacientes con la misma discapacidad derivada de un ictus se comportan y funcionan de maneras muy diferentes. Y encontró que la respuesta no estaba en la medicina, en el caso de que ambos pacientes tuvieran el mismo pronóstico médico. Descubrió que la respuesta estaba en otra cosa, en algo llamado autoeficacia, la creencia de que podemos hacer algo que nos proponemos hacer. ¿Qué es exactamente la autoeficacia? ¿Se puede entrenar?
Respuesta. No quiero desmerecer en absoluto el papel de la medicina. La medicina hace un estupendo trabajo con la gente que ha tenido un ictus, antes y durante su rehabilitación. Pero el progreso que una persona hace puede ser muy diferente del de otras personas. Y parece ser que eso es por sus creencias. La autoeficacia es la creencia de que puedes hacer las cosas que quieres hacer, para conseguir algo que es importante para ti. Así que a veces son las personas mismas las que se ponen trabas porque se dicen “No puedo hacerlo”. Pero, si la gente se dice “Sí puedo hacerlo”, está demostrado que esto tiene un gran efecto en lo que hacen. Se esfuerzan más y, porque lo intentan más, consiguen más. Puede que tengan muchos fracasos. Pero, como lo están intentando más, consiguen mucho más. Y los pacientes consiguen mucho más. Y lo que nos interesaba era saber si los pacientes con autoeficacia hacían más, por ejemplo caminar o moverse o ser capaces de valerse. Porque si puedes andar puedes hacer muchas cosas que no puedes hacer si no consigues moverte.
Ahora, si quieres cambiar la autoeficacia, hasta cierto punto, tienes que cambiar lo que la gente se dice a sí misma. Si te dices a ti mismo “No puedo”, no lo vas a intentar y no va a ocurrir nada. Si te dices a tí mismo “Sí puedo hacerlo”, eso marca la diferencia respecto a tu actitud, a tu estado de ánimo, a tu felicidad. La manera en la que piensas es muy diferente. Pero, si quieres saber cómo se cambia eso, lo que cambia la autoeficacia es hacer cosas que lleven al éxito. Si quieres alcanzar la autoeficacia, tienes que hacer las pequeñas cosas que sí puedes hacer y, gradualmente, progresar hasta las cosas más difíciles. Así, tu auto-eficacia crecerá gradualmente.
La autoeficacia se puede desarrollar por otra gente que te diga esto, también. Como profesora de universidad, si le dices a tus estudiantes “Sí, puedes hacer esto, ve y hazlo”, lo harán orientados al éxito. Pero si sus profesores les están diciendo “No estoy seguro de si te las vas a apañar, puede que no lo hagas…” Eso no es bueno. Es lo mismo que las madres y los hijos. Si la madre dice “Puedes hacerlo, puedes trepar por el columpio, vas a llegar hasta arriba”, es diferente de la madre que dice “Ten cuidado, quédate abajo”. Así que lo que la gente te dice es muy importante. Tus experiencias son muy importantes.
Y nosotras estamos muy interesadas en hacer cosas que capacitan a la gente a tener éxito. Lo que hacemos es programar a las personas para que se habiliten a tener pequeños éxitos y desarrollen su auto-eficacia. Pero, como dices, esto no es nuevo. Lo que es nuevo es desarrollarlo como concepto científico con el que investigar y demostrar no solo que a las personas auto-eficacia les va mejor sino que si aumentamos la autoeficacia, la gente consigue más cosas.
Por ejemplo, con el COVID, cuando intentamos que la gente mantenga las distancias, sabemos por varios de nuestros estudios que las personas mantienen las distancias si creen que pueden hacerlo. Hicimos una pequeña intervención en la que intentamos cambiar lo que hacía la gente dándoles mensajes de afirmación como los que te comentaba. Y eso aumentó la autoeficacia y aumentó las probabilidades de que la gente mantuviera la distancia. Así que no es solo un concepto científico. El hombre que lo describió como concepto científico fue Albert Bandura, un psicólogo americano muy famoso que murió el año pasado con más de 90 años. Creo que él tenía mucha auto-eficacia.
P. Él también ayudó a distinguir la autoeficacia de la motivación, ¿verdad? Porque no son lo mismo, aunque a veces puedan parecerse.
R. La motivación es más bien lo que quieres hacer, lo que te sientes inclinado a hacer. La autoeficacia es lo que te permite hacerlo. Así que puedes querer hacer cosas y pensar que eso es lo que realmente quieres hacer. Pero si no puedes, te quedarás parado, no lo intentarás y no lo conseguirás. Así que tienes motivación, pero no ocurre nada.
P. Usted ha enfocado su carrera, principalmente, en el comportamiento humano. Al principio, hace 100 años, la Psicología nos decía que el ‘comportamiento humano’ era el ‘instinto’. Pero luego la Psicología evolucionó y descubrimos que los instintos son solo una pequeña parte del comportamiento humano que ha sobrevivido con la evolución. Así que ¿qué es exactamente el comportamiento humano? ¿Se puede modificar?
R. Yo no estudio el instinto porque el instinto es con lo que llegas y no cambia. Me interesan las cosas que puedes cambiar porque no quiero solo saber qué ha pasado, quiero hacer cosas que supongan un cambio para mejorar las vidas de las personas. Así que no puedo cambiar tu instinto, pero puedo cambiar lo que haces con lo que has llegado a este planeta, con tus capacidades básicas.
El comportamiento es lo que hace la gente. Las personas que son expertas en cambiar el comportamiento son, por supuesto, los publicitarios y vendedores. Ellos hacen que quieras el producto y te habilitan para conseguirlo. Esto son dos cosas diferentes: una es conseguir que quieras hacer algo y la otra es conseguir capacitarte para hacerlo. Hay muchas cosas que hacemos para cambiar los comportamientos que no tienen que ver con eso. Cuando llegamos a este edificio, en el ascensor ponía “Utilice la escalera”, pero la escalera no estaba a la vista, solo se veía el ascensor. Si entras a un edificio que no conoces y sólo puedes ver el ascensor, coges el ascensor. Si entras a un edificio y solo puedes ver las escaleras, usas las escaleras. Hay muchas cosas así en la vida. No todo lo que hacemos está determinado por un pensamiento profundo. Así que, si queremos cambiar el comportamiento, hay muchas cosas que podemos hacer para conseguirlo. Por ejemplo, el hecho de llevar mascarilla. Cuando vemos a otra gente con la mascarilla puesta nos hace pornérnosla sin pensar.
P. Así que todo esto se ha estudiado mucho de forma teórica. De hecho, a lo largo de su carrera, usted ha insistido mucho en la importancia de tener una base teórica sólida antes de alcanzar la práctica clínica. Pero el estudio de la Psicología de la Salud es muy amplio. Es inabarcable para una sola persona el estar al día con todo lo que se publica en este campo. ¿Cree que la tecnología o la inteligencia artificial pueden ayudar en la Psicología de la Salud?
R. Pues esto es muy importante porque ocurre lo siguiente… Sobre lo primero que decías. Si vamos a intentar cambiar el comportamiento de la gente, creo que tenemos que tener una base sólida para hacerlo. No podemos ir por ahí intentando cambiar a la gente sin saber lo que estamos haciendo. Y tenemos el conocimiento científico sobre cómo hacerlo. Pero lo que pasa en Psicología de la Salud es que hay muchísima gente produciendo muchísima información muy rápido. Así que cada año salen miles de publicaciones científicas sobre modificación del comportamiento y es demasiado para cualquier persona gestionar todo eso. Este es un proyecto en el que he estado implicada los últimos cinco años junto a la profesora Susan Michie del University College de Londres. Queremos que los ordenadores hagan ese trabajo por nosotros. Pero para que los ordenadores hagan el trabajo, tenemos que usar un lenguaje común que podamos enseñarle a los ordenadores. A menos que tengamos un lenguaje simple que podamos enseñarle, el ordenador no puede extraer información de los artículos que publicamos.
Así que lo primero que hemos hecho es describir las técnicas de modificación del comportamiento. Pero hay mucho más por hacer. Necesitamos una manera sistemática de describir cómo esas técnicas se aplican a las personas. ¿Se está utilizando Internet o un formulario digital, o mensajes? ¿Se aplican desde la publicidad o la televisión? Necesitamos una manera sistemática de describir, también, a la población. Por ejemplo si hablamos de ‘población joven’, para algunos estudios ‘joven’ es de 5 a 10 años, y para otros es de 20 a 25… Esto no sirve. Necesitamos una descripción sistemática. Hemos avanzado mucho con el lenguaje sistemático y creo que estamos consiguiendo muy buenas definiciones. Lo siguiente es el machine learning o aprendizaje automático, para que el ordenador lo aprenda y, cuando salga el próximo artículo, pueda detectar si es un estudio sobre población joven, si se describe una técnica para modificación del comportamiento, y te lo diga.
Así que es una buena manera de compilar la evidencia científica. Y luego, como decías, la ventaja es que una máquina puede coger toda esta información y revisarla sistemáticamente un millón de veces en el mismo tiempo en el que nosotros podemos leer un artículo. Y quizá podrá ver cosas, patrones en los datos, que nosotros no podemos ver. Pero esto es un futurible emocionante, no es donde estamos ahora. Las máquinas, al ver esos patrones en los datos, puede que sean capaces de ver nuevos factores que debemos tener en cuenta. Y entonces nosotras llevaremos eso al laboratorio y probaremos si es verdad. Los expertos de inteligencia artificial con los que trabajamos hablan de ‘inteligencia aumentada’, que nos sirve para aumentar nuestra inteligencia y nos dice hacia dónde mirar pero que no debemos asumir que tiene razón por ser una máquina.
P. Cierto. Bueno, eso son buenas noticias, si la inteligencia artificial no va a sustituirnos. Especialmente que no van a sustituir a grandes investigadoras como usted.
R. Muchas gracias por estas preguntas tan interesantes y muchas gracias a la Universidad por este gran honor. Mañana será un día estupendo.