“La pandemia ha afectado más a la población vulnerable en el plano psicológico”
La pandemia ha generado problemas de salud en una parte de la población, como episodios de ansiedad, depresión o incluso miedo a salir al exterior tras la mejora de la situación con la vacunación masiva. José Pedro Espada, Catedrático de Tratamientos Psicológicos en la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha atendido a UMH Sapiens para tratar estas cuestiones.
Pregunta: En líneas generales; ¿cómo ha afectado la pandemia a la salud mental de la población?
Respuesta: Ha hecho que hayan aumentado todas las demandas de problemas depresivos, ansiedad, inadaptación, etc. Se está notando en las consultas de salud mental. Emocionalmente, ha habido un repunte de problemas de afectación emocional de todo tipo de patologías: conducta alimentaria en chicas jóvenes, aumento de adicciones a tecnologías, etc. Donde no ha afectado tanto ha sido en la adaptación escolar de los niños. Por ejemplo, no ha supuesto un problema tener que acudir con mascarilla al colegio. Sí que hay casos de niños que tienen miedo al contagio y se han vuelto más sensibles y cuidadosos, pero eso son casos puntuales. En líneas generales, todo el mundo está mucho más alterado.
P: En la actualidad, la pandemia está mucho más controlada con la llegada de las vacunas. A pesar de ello, salen a la luz casos de personas a las que les da miedo acudir a lugares con mucha gente (agorafobia) o incluso viajar tras el confinamiento. ¿Cuáles son los motivos para que esto ocurra?
R: Los casos con agorafobia suelen tener un miedo muy intenso. Suelen ser personas que ya tenían algún factor de predisposición o tendencia a ser ansiosos, a preocuparse, etc. y que con esta situación donde existe una amenaza real, que es la posibilidad de contagiarse, su percepción es mayor de la necesaria. Con medidas como usar mascarilla, el riesgo al contagio es prácticamente cero, pero hay quienes perciben mucha más amenaza o que necesitan controlarlo todo. Existen personas así que dicen: “Conozco casos de gente que llevando mascarilla y lavándose las manos, se han podido contagiar”. Esa necesidad de control, de asegurarse al 100% de no contagiarse, es muy difícil conseguirla; el cero absoluto no existe tampoco. Son personas que tienen predisposición o percepción alta de amenaza y que piden a la vida cosas que a veces son imposibles, como la garantía al 100% de que algo no va a pasar.
P: ¿En qué consiste el síndrome de la cabaña? ¿Se ha producido un aumento de casos de este tipo tras el confinamiento?
R: Lo más parecido al síndrome de la cabaña es la agorafobia. No es un concepto acertado como diagnóstico, porque al final acaba siendo un síndrome de miedo a todas las cosas. Hay personas que quieren tener la máxima seguridad de que no les va a pasar nada y entonces recurren a entornos donde saben que van a estar bien.
En el plano clínico no hemos notado muchos cambios en términos de presencia de agorafobia en la población. Sí nos llegan muchos casos de personas con miedo a contagiarse, hipocondría, etc. y, de ese grupo, algunos casos puntuales que optan por no salir de casa, aunque esto es muy poco frecuente.
“Ha habido un repunte de problemas de afectación emocional de todo tipo de patologías”
P: En el ámbito psicológico, ¿cómo ha afectado la pandemia a las relaciones sociales?
R: A nivel general, nos hemos adaptado a ver menos a los amigos o a comunicarnos con ellos vía online, a través de redes sociales, etc. Ha sido frustrante, pero como sabíamos que la ocasión lo justificaba, nos hemos tenido que adaptar a eso. No ha tenido especiales consecuencias.
La pandemia ha afectado más a la población vulnerable. Por ejemplo, a niños o adolescentes con tendencia a ser tímidos, con introversión social. No han tenido la posibilidad de poder relacionarse con gente y desarrollarse socialmente. Es por ello por lo que de aquí a un tiempo, creemos que habrá un aumento de casos de niños y adolescentes que sufran introversión social o que la conducta de relación con sus amigos empeore.
P: ¿Quiénes han padecido más problemas psicológicos durante esta etapa, hombres o mujeres?
R: Los estudios que hemos realizado nos confirman que no hay una gran diferencia entre el número de hombres y mujeres que han padecido problemas psicológicos durante la pandemia. Algo que ocurre siempre es que hay determinadas alteraciones que son propias de un género que de otro, pero durante el periodo de pandemia no se han producido diferencias destacables entre ambos.
P: ¿Y en qué rango de edad se han identificado más problemas de salud mental?
R: En este ámbito sí que ha habido diferencias muy marcadas. Hemos encontrado que cuanta más edad, menor afectación emocional. Por ejemplo, el sector de jóvenes de 18 a 25 años, estaban más afectados que el grupo de 30-40 años. Por otro lado, las personas del rango de 60-70 años tenían una afectación menor, y los de más de 80, todavía menos. A pesar de que eran más vulnerables a la pandemia, a nivel emocional han estado mucho mejor. La razón para esta menor afectación tiene que ver con la experiencia en la vida, las habilidades acumuladas por la veteranía, etc. que han hecho que alguien más adulto haya podido integrar mejor una situación tan crítica.
“Cuanta más edad, menor afectación emocional”
P: ¿Cómo hay que encarar los problemas psicológicos derivados de esta etapa?
R: Lo primero es detectar que no estás bien emocionalmente. En otros eventos como el 11-S, durante los años posteriores hubo campañas para avisar a los ciudadanos de que si notaban problemas de sueño, alteraciones de tipo emocional, etc., pidieran ayuda porque podrían estar padeciendo estrés postraumático. El escenario generado por la pandemia es distinto, pero un aspecto importante es que la población reciba mensajes que confirmen que es normal estar afectado por la situación y que es bueno pedir ayuda a los servicios profesionales de psicología y salud mental. Primero hay que valorar si el caso requiere alguna actuación profesional o si con una orientación sencilla puede evolucionar favorablemente. Sin embargo, en líneas generales, muchos de los miedos que tengan que ver con el contagio remitirán solos, pero hay que estar atentos con las excepciones. Lo normal es que estemos afectados, es una situación que ha alterado a prácticamente todo el mundo.
P: A nivel psicológico, ¿se puede sacar algo positivo de la pandemia?
R: Este es un debate que ha surgido con esta crisis, ya que es lógico que de lo malo también se aprenda. Durante este tiempo se ha hablado mucho de un concepto como la resistencia. ¿Saldremos más fuertes de la adversidad? Lo sabremos con el tiempo. En general, lo que no te mata te hace crecer. Los momentos duros hacen que las personas generemos recursos. Hemos tenido que superarnos porque ha habido dificultades fuertes que han llegado de golpe, como familiares fallecidos, personas que han estado muy enfermas, etc. La pandemia no ha tenido nada de positivo. Sin embargo, nos ha hecho madurar y ser más resistentes para tirar hacia adelante. Esperemos que estos recursos que cada persona ha generado a su manera y según las circunstancias que ha vivido, sirvan para habernos fortalecido. No queda otra.
P: Cuando llegue la normalidad, ¿cambiarán nuestros comportamientos o manera de percibir las cosas tras haber pasado esta experiencia?
R: Es posible que algunos hábitos puntuales los sigamos manteniendo. Cuando hay un evento traumático que nos hace cuestionarnos todo, es normal que cambien un poco nuestros valores en la vida. Nos hace darnos cuenta de que estamos expuestos a que nos pase algo que nos cambie la vida. Pero, generalmente, cuando pasa el tiempo nos solemos olvidar porque de lo contrario tendríamos que convivir con una sensación de incertidumbre que sería desagradable. El ser humano trata de organizarse la vida en torno a que sea lo más controlable posible y que no haya demasiada incertidumbre. Ha habido otras pandemias en el pasado que nos han hecho ver que al final se pasa página y que este tipo de cosas se tienden a olvidar.