Vestigios de una enfermedad bíblica

El sanatorio de Fontilles lleva desde 1902 prestando atención médica y tratando la lepra a los afectados

La sonrisa perfilada de Tito no desaparece de su rostro, al igual que no lo hace su mirada infantil, como la de un niño de siete años, edad que dice tener a toda persona que le pregunta. Sin embargo, Francisco tiene 75 y lleva desde los siete viviendo en Fontilles, creyendo que sus padres regresarán a por él. Todos los días la misma espera. Cuando llegó al sanatorio, Tito empezó a recibir tratamiento contra la lepra y a construir su vida en esta pequeña ciudad amurallada y autosuficiente.

Fontilles es el único sanatorio de lepra que queda en Europa, una enfermedad infecciosa, desaparecida en el imaginario popular, pero que cada año presenta nuevos casos en España y más de 200.000 en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). A comienzos del siglo XX aumentaron los casos de lepra en España, lo que provocó la expulsión de los afectados de sus pueblos. El miedo que existía en aquella época a estar cerca de leprosos es lo que creó el estigma que todavía hoy se conserva. Para ayudar a estas personas se fundó Fontilles, una pequeña urbe que se dotó de un centro médico, un teatro, una iglesia, tiendas de alimentos e incluso un cementerio propio.

Todo ello era necesario para que los pacientes pudieran ser atendidos sin que una enfermedad no terminal les quitara la dignidad, pese a que no podrían salir nunca. Para dar a conocer la realidad de la lepra y cómo sigue activa en la actualidad, Mariano Pérez Arroyo,  profesor de Neurociencia en el departamento de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández (UMH), participa cada año en la excursión que desde el Centro de Cooperación y Voluntariado de la UMH se organiza a Fontilles.

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La lepra no tuvo cura hasta que en los años 60 se desarrolló la dapsona, un fármaco que combinado con la rifampicina y la clozamina conforman la terapia multimedicamentosa (TMM) que combate esta enfermedad que afecta a los nervios de la piel. De esta forma se consigue eliminar el patógeno Mycobacterium lepraey, logrando la curación del paciente. El profesor Arroyo afirma que “hay que tener presente la ignorancia que existe acerca de esta enfermedad cuando padres preguntan si sus hijos tienen posibilidad de contagio”. El profesor también explica que la lepra es imposible de contagiar cuando los afectados están siendo tratados y advierte de que el problema reside en la dificultad que existe para diagnosticar el mal cuando una persona puede estar afectada durante años sin que se produzca alguna manifestación física.

Por este motivo, la Fundación Fontilles pretende dar a conocer a los habitantes y sanitarios de las zonas con más afectados la forma de detectar la patología y ayudarles con su tratamiento y en la reinserción de los afectados en una sociedad que los estigmatiza. Desde 1985 el TMM ha sido proporcionado de forma gratuita por el OMS, gracias a lo cual en los últimos 20 años se han curado más de 14 millones de enfermos de lepra y la tasa de prevalencia de la enfermedad ha disminuido un 90%. Estos datos permiten afirmar que si la enfermedad es descubierta a tiempo, el tratamiento permite la cura del enfermo. En la actualidad, la lepra sigue siendo una enfermedad muy incidente en países como Brasil donde, según la OMS, en el último año se han diagnosticado 30.000 casos nuevos.

“No se trata solo de un ambiente poco salubre, existe una predisposición genética”, afirma el profesor. En el caso de España, los afectados son mínimos. Ahora todos los enfermos pueden ser tratados en cualquier centro médico, sin necesidad de ser atendidos en Fontilles.  Este importante avance sanitario provoca que en el centro solo sean tratados poco más de treinta pacientes. Un escaso número de personas que deja en desuso las instalaciones que conforman la ciudad. Según fuentes del centro, la Fundación pretende llegar a diferentes acuerdos con universidades para poder aprovechar las edificaciones. Además, dentro de unos meses el antiguo hospital para enfermos será un centro social para gente mayor. Rehabilitar y tener atendido todo el complejo conlleva un alto coste que la institución financia gracias a las donaciones  que recibe.

A pesar de los avances en la investigación de la enfermedad, el profesor Arroyo subraya que desde hace años la vía de la búsqueda de una posible cura se encuentra parada. A su juicio, esto se debe a que resulta más relevante la prevención, con el fin de que los afectados se sanen y “para ello la sociedad tiene que ser consciente de que no se trata de una afección del pasado”, asegura.

Estefanía Moreno

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