Verdades y mentiras de los alimentos funcionales
‘Un placer entre horas que calma tu apetito más tiempo’, ‘El desayuno de las defensas’, ‘Ayuda a mejorar el tránsito intestinal’… Desde hace 15 años, estos son algunos de los eslóganes que acompañan las presentaciones de multitud de alimentos. ¿Pero están comprobados científicamente? Bajo la premisa de aclarar las verdades y mentiras de los alimentos funcionales, la profesora del Área de Nutrición y Bromatología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) Ana Belén Ropero Lara ha abierto el ciclo de conferencias sobre alimentación saludable enmarcado en la V Semana de la Ciencia organizada por la UMH y la Asociación Cultural ArsCreatio.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) decidió, a finales de 2006, establecer el marco que regulara estas declaraciones que acompañaban a los alimentos para evaluar cuáles eran o no correctas. Es decir, si las afirmaciones sobre sus efectos beneficiosos estaban apoyadas en datos científicos. La realidad extraída de los estudios fue que la mayoría de estos mensajes eran imprecisos y falsos. Pero, como explica la investigadora: “Ya habían quedado grabados en nuestros cerebros”.
La EFSA sólo ha aceptado dos tipos de declaraciones de disminución del riesgo de enfermedad sobre alimentos funcionales: las referidas a los chicles que previenen la caries y las de estanoles y betaglucanos que ayudan a reducir el colesterol. “Pero el colesterol volverá a los niveles normales si está un poco por encima del límite saludable, no si lo supera con creces”, puntualiza Ana Belén Ropero. Existen más de 200 declaraciones de propiedades saludables referidas, sobre todo, a nutrientes. La mayor parte declara la contribución de estos componentes a la función normal de algún órgano o tejido, pero no cura cuando existe una patología.
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La controversia gira en torno al propio concepto de alimento funcional: ¿Es necesario cambiar sus propiedades añadiendo o quitando algo que ya es parte de otros de forma natural? Este tipo de alimentos cuenta con propiedades que le permiten favorecer una función biológica como, por ejemplo, el mantenimiento de los huesos. “¿Pero, por qué bebemos leche con Omega 3 si al comer sardinas ya lo estamos tomando de forma natural y en mayores cantidades?”, cuestiona Ana Belén Ropero.
Las declaraciones que acompañan a los alimentos deben estar aprobadas. Por ello, las campañas de marketing relacionadas con algunos lácteos que prometían resultados en la mejora del tránsito intestinal o un aumento de las defensas han desaparecido. Pero la estrategia de las empresas ha sido adaptarse para difundir el mensaje sin traspasar la legalidad. Al añadir vitaminas D y B6 al producto con L. Casei Inmunitas, se contribuye al funcionamiento normal del sistema inmune, algo que no realiza la conocida bacteria. “Comiendo plátano, tomate o mandarina y tomando el sol, obtenemos los mismos resultados que con este lácteo, cuya marca ha presentado 17 declaraciones que no han sido autorizadas”, cuenta la investigadora.
Fruta en lugar de cereales enriquecidos con vitaminas, lentejas por galletas con fibra, pescado azul para tomar omega 3 o pan integral para mejorar el tránsito intestinal. Estos son algunos de los consejos nutricionales que Ana Belén Ropero transmite a los consumidores para mejorar su estado nutricional y el de su bolsillo.
Belén Pardos
He leído vuestro articulo con mucha atención y me ha parecido ameno ademas de bien redactado. No dejéis de cuidar este blog, es bueno.
Saludos
Gracias, Marcos. Un saludo.