Un bastón electrónico abre nuevos caminos a las persones invidentes

A veces la clave del acierto de las nuevas tecnologías está en la sencillez, en no perder de vista las necesidades más básicas del usuario al que se dirige un producto concreto. Así lo ha confirmado el Grupo de Investigación de Neuroingeniería Biomédica de la UMH con la creación de un bastón electrónico inteligente para guiar a los invidentes.

Se trata de un utensilio similar al que las personas ciegas utilizan habitualmente, pero incorpora tres sensores de ultrasonidos que van detectando los objetos que tiene delante, de forma que el bastón avisa al usuario mediante una vibración en caso de que con el uso manual del bastón no pueda detectar un objeto.  “El usuario no desea información adicional, sólo en casos en los que pueda tropezar con algo que no vaya a detectar con el bastón o con el brazo hasta el codo”, señala Carlos Pérez, miembro del grupo de investigación.

Como en el caso de los bastones estándar, los de ultrasonidos también se adaptan a las características físicas del usuario. Los tres sensores se encuentran colocados en el bastón de una manera determinada en función de la altura y el ancho de espalda de las personas invidentes. Al introducir estos datos en el microcontrolador se evita también que el utensilio detecte objetos que no suponen ningún riesgo para el invidente, por ejemplo las paredes laterales de un pasillo.

Además, la empuñadura del bastón consta de un selector rotatorio para poder elegir entre determinados programas. Según explica Carlos Pérez, cuando enviaron el bastón a hacer pruebas a Madrid, les comentaron que en el metro no funcionaba. “Es una cosa que no habíamos pensado y nos dimos cuenta de que la distancia de detección tendría que ser más larga o más baja en función de a qué velocidad caminaba el usuario y qué entorno tenía. Si hay una densidad de aglomeración más alta, el invidente va a caminar más despacio y necesitará detectar objetos que estén más cercanos”, explica.

El problema se resolvió al introducir un selector rotatorio en el mango, de manera que el bastón incorpora una serie de programas que le permiten adaptarse a la distancia de detección, al entorno de uso o la velocidad a la que se desee caminar.

Otro de los obstáculos resueltos se detectó en una de las primeras versiones del bastón. En un principio, vibraba la propia empuñadura, por lo que al hacer las pruebas sobre terreno rugoso la ONCE señaló en su informe que los usuarios confundían la vibración del bastón con la del terreno. “Para solucionarlo pusimos una pulsera mediante un cordón aéreo conectado al bastón para que el usuario notara la vibración en la muñeca y no en el bastón”, asegura Carlos Pérez.

El utensilio se encuentra a la espera de que la ONCE, que ha realizado un seguimiento constante desde el inicio del proyecto, emita el informe final positivo, a partir del cual una spin-off vinculada a la universidad se encargará de su comercialización.

 

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