¿Qué tipos de memoria existen?
Sergio Escamilla Ruiz, estudiante predoctoral en el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC
La memoria es cualquier información almacenada desde el nacimiento de un ser vivo. Prácticamente cualquier proceso cognitivo está influido por la memoria. La identidad se construye en base a las cosas que hemos vivido, a nuestras experiencias previas. Del comportamiento se podría decir lo mismo, si tienes una mala experiencia aprenderás de los errores. Hasta la percepción está influida por la memoria, por la información previa. Un experto en geología planetaria se percatará de más detalles observando un mapa de la superficie marciana que alguien que nunca lo haya visto antes.
Una manera de clasificar los tipos de memoria es diferenciar entre memoria declarativa y nodeclarativa. La declarativa es la memoria consciente, la que podemos hablar sobre ella. Mientras que la no declarativa es la que no podemos verbalizar. Dentro de la memoria declarativa encontramos la memoria semántica y la episódica. La semántica son los datos, la información abstracta, mientras que la episódica son las experiencias vividas. Si te pregunto en qué fecha se produjo la revolución francesa probablemente lo sepas (memoria semántica), pero si te pregunto dónde y cuándo lo aprendiste probablemente no lo recuerdes (memoria episódica). La memoria semántica es la abstracta, la relacionada con conceptos e ideas. Mientras que la memoria episódica es con la que construimos nuestra identidad y se escriben las autobiografías.
La memoria no declarativa es el tipo de memoria que nos permite aprender a conducir, a jugar al tenis, a pintar un cuadro, a montar en bici o a tocar un instrumento. Es memoria relacionada con el movimiento. Las estructuras cerebrales involucradas son los ganglios basales (debajo de la neocorteza) y el cerebelo, principalmente. Cuando aprendemos a realizar este tipo de tareas, las zonas involucradas suelen ser de la neocorteza, y necesitamos una gran atención para llevarlas a cabo. Pero cuando entrenamos, repetimos una y otra vez el movimiento clave, la función objetivo pasan a llevarla a cabo los ganglios basales y/o el cerebelo. Así, este tipo de comportamientos se perfeccionan, se automatizan y se realizan de manera inconsciente.
Otro tipo de memoria es la filogenética. Es el tipo de memoria que comparten todos los individuos de una especie al nacer. Se trata de circuitos neuronales formados durante el desarrollo embrionario. Están, por tanto, codificados en el genoma. Estos circuitos producen comportamientos específicos. Por ejemplo, nadie enseña a los bebés a mamar, es un comportamiento innato. El instinto es la memoria filogenética, la memoria que se tiene desde el nacimiento.
En organismos complejos como los mamíferos, este tipo de memoria no es tan relevante, ya que los mecanismos de aprendizaje permiten tener una conducta muy flexible en función de las vivencias y experiencias de los individuos. Pero, en otros organismos, como en arañas o insectos, gran parte del comportamiento se debe a la memoria filogenética. Nikolaas Tinbergen, Karl Ritter von Frisch y Konrad Lorenz recibieron el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973 por descubrir este tipo de memoria y comportamiento.
Otro tipo de memoria es la llamada memoria de trabajo. Es el tipo de memoria que hace falta para seguir el hilo de una conversación, resolver una ecuación matemática o leer una página de un libro. Imagina que cuando acabases la página no recordases que decía al principio, sería imposible leerse un libro y enterarse de algo. La memoria de trabajo es como la memoria RAM del ordenador, es un repositorio de información donde se producen operaciones y razonamientos necesarios para resolver problemas y tomar decisiones.
Fases de la memoria declarativa episódica
A continuación, nos centraremos un poco más en las fases de la memoria declarativa episódica, la autobiográfica. La primera fase es la codificación. El cerebro crea una representación de la experiencia vivida. Si recuerdas un instante de tu vida, puede que recuerdes una imagen con bastante nitidez, en la que había diferentes objetos, moviéndose en diferentes direcciones, con diversos colores. Además, puede que recuerdes que en ese momento estabas escuchando una canción, o alguien te estaba hablando. También puede que recuerdes las emociones que estabas sintiendo, y otras muchas cosas que pueden formar parte de una experiencia. En tu recuerdo, todo ello está junto. No puedes recordar la dirección en la que se movía un determinado objeto, por una parte, y la canción que estabas escuchando, por otra. En esa increíble habilidad que tiene el cerebro para juntar todas las modalidades de la percepción en una sola experiencia (también conocido como ‘el problema de la unión’), la formación hipocampal tiene un papel relevante.
Después de codificar la información, la siguiente fase es la consolidación. Aquí se va a determinar si el cerebro almacena la información o si no lo hace. Mucha de la información que codificamos se mantiene un corto periodo de tiempo (memoria a corto plazo), pero sólo una pequeña parte se consolida (memoria a largo plazo). Según muchos estudios, el paso de memoria a corto plazo a memoria a largo plazo se produce mediante una comunicación de la formación hipocampal con la neocorteza. Sería como una transmisión de esa información, que empieza estando codificada en la formación hipocampal y acaba estando codificada en la neocorteza. Así, los recuerdos cercanos en el tiempo, pongamos los del último mes, están codificados en conexiones sinápticas entre neuronas de la formación hipocampal; mientras que los recuerdos lejanos en el tiempo, pongamos desde hace pocos meses hacia atrás en el tiempo, estarían almacenados en conexiones sinápticas en la neocorteza.
Si una persona no tiene formación hipocampal, como el conocido paciente Henry Molaison, no puede generar recuerdos a largo plazo. Queda anclado en el pasado, en el momento donde se le extirpó esta estructura, desarrollando la llamada amnesia anterógrada. No obstante, podría aprender a tocar el piano o montar en bicicleta, ya que no son tareas dependientes del hipocampo. Asimismo, podrías mantener una conversación con este tipo de paciente, pues su memoria de trabajo está intacta. Eso sí, en cuanto se despistase, para él sería como conocerte por primera vez.
BIBLIOGRAFÍA
Tinbergen, N. The Study of Instinct. 1991. Oxford University Press. ISBN: 9780198577225 (Obra original publicada en: 1951).