¿Los videojuegos pueden cambiar nuestro cerebro para bien?
Muchos tienden a desconfiar de los videojuegos debido, sobre todo, a sus líneas argumentales, en ocasiones con un alto contenido de violencia. Sin embargo, hay cada vez más evidencias de mejoras cognitivas -mejoras del aprendizaje- asociadas al uso de videojuegos. Por ejemplo, si le planteamos un problema a grupos de jugadores habituales y a no jugadores, todos tienen el mismo porcentaje de aciertos, pero los jugadores habituales responden mucho más rápido. Y también presentan mejoras de la denominada coordinación mano-ojo o de algunas propiedades fundamentales del sistema visual, de la comprensión espacial, la atención, la anticipación o las estrategias de búsqueda visual.
Un reciente estudio ha analizado las bases físicas de esas ventajas funcionales y se ha encontrado una explicación biológica: se produce un aumento del espesor de dos zonas de la corteza frontal del cerebro. Una de ellas es fundamental para la atención visual y la segunda (la corteza prefrontal dorso lateral, de la que a veces se dice que es el centro de control de nuestro cerebro) está relacionada con el pensamiento de orden superior, la toma de decisiones y el autocontrol. Esta zona, utilizando los recursos de la denominada memoria de trabajo, es el área donde se procesan las decisiones complejas, con implicaciones a corto plazo y posible repercusión a largo plazo.
Aunque son necesarios más estudios, los datos disponibles sugieren que el uso de un videojuego adecuado puede ser, a la vez que una fuente de entretenimiento, una herramienta para ayudarnos a mejorar funciones relevantes como la toma de decisiones y la realización simultánea de tareas.
Juana Gallar, profesora del Área de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche