La vulgarización de la cultura gótica
Entre los personajes terroríficos de Lovecraft y los musculosos hombres-lobo de Crepúsculo se abre un abismo. Es la degradación de la cultura gótica, que, como todas, “murió en el momento en que se convirtió en moda”, apunta la profesora de la UMH Lourdes Santamaría, quien asistió a principios de octubre al I Congreso de Cultura Gótica Urbana celebrado en Valencia. “¡Si Copola levantara la cabeza se horrorizaría al ver a estos adolescentes chupasangres maquillados con purpurina hasta las cejas, que van al instituto y que solo tienen relaciones después de casarse!”, añade la experta en esta tendencia.
Series y largometrajes como Embrujadas, True Blood, American Horror History, o la saga Crepúsculo son la turbadora prueba de que lo oscuro vende, y mucho. Las niñas dejan de lado a la Barbie y prefieren la muñeca gótica, mientras grupos de adolescentes vestidos de negro se congregan silenciosos en las escaleras de la estación. Para la docente de Bellas Artes no hace falta lucir esta estética para ser gótico. Lo siniestro apela a todo aquello que navega en las aguas de lo anormal, eso por lo que se siente repulsión y que al mismo tiempo atrae: “Cuando lo familiar y cercano se torna desagradable”.
Una tendencia actual algo más desconocida y que nace de este estilo es el BDSM: bondad, disciplina, sumisión y masoquismo. En esta ocasión, lo oscuro llega al extremo y deja su reflejo en el plástico de los trajes de látex. Queda poco ya del romanticismo primigenio de Edgar Alan Poe y Mary Shelley del que bebieron los primeros góticos en la década de los ochenta. Artistas para quienes lo godo, lo bárbaro, fluía ajeno a los bet sellers y a los éxitos de taquilla, y solo significaba mirar hacia atrás, hacia ese rincón en la sombra que apelaba a lo desconocido.
Alicia de Lara
En 11 años que llevo en la UMH, he visto dos o tres alumnos que vestían con estética gótica. No parece estar tan de moda….