La Sexta Extinción Masiva: los delitos contra la vida silvestre y sus consecuencias
La biodiversidad y la riqueza de vida son características que definen al planeta Tierra. De hecho, su cantidad es tan abundante que a día de hoy todavía se desconoce el número exacto de especies de fauna y flora que habitan el mundo. Sin embargo, en la actualidad y debido a la acción del ser humano, muchas especies de animales y vegetales se encuentran en peligro de extinción. Los científicos han denominado a esta situación por la que atraviesa el planeta la Sexta Extinción Masiva. Para hacer llegar este problema a los ciudadanos, el investigador del Centro para el Estudio y Prevención de la Delincuencia Crímina de la UMH Nacho Díaz creó un hilo en Twitter (@CriminaUMH) donde explicó las claves de los delitos contra la vida silvestre.
Interpol define como delitos contra la vida silvestre (#WildlifeCrime) tomar, explotar, vender y poseer flora o fauna salvaje, en contravención a normas nacionales o internacionales, ya sean especímenes vivos o simplemente alguna de sus partes, como plumas, pieles o dientes. El planeta está experimentando una alarmante pérdida de especies silvestres causada por la acción humana. Este hecho se ha denominado la Sexta Extinción Masiva. La principal causa es la degradación del hábitat, seguida por el comercio ilegal (IWT).
Las extinciones masivas son períodos en los que de manera no ordinaria, multitud de especies mueren simultáneamente o dentro de un marco de tiempo limitado. Por diversas razones, en la Tierra se han producido 5 grandes extinciones de especies. La más conocida, la del Cretácico-Terciario hace 65 millones de años, cuando desaparecieron los dinosaurios.
Entre las principales causas que dan lugar al comercio ilegal de especies (IWT) encontramos el consumo de carnes exóticas y de medicinas alternativas, a partir de partes de animal o planta; la fabricación de accesorios o artículos de lujo; y el comercio de mascotas vivas. Según un informe publicado en 2017 por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUD), cada año se comercializan de forma ilegal 1,5 millones de aves vivas y 440.000 toneladas de plantas medicinales y se talan 1.000 toneladas de madera exótica.
Para proteger a las especies amenazadas, en 1975, se creó la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), actualmente suscrita por 183 países y que protege a más de 5.800 especies animales y 30.000 vegetales. CITES controla el comercio internacional de determinadas especies. Esto implica que todas las importaciones, exportaciones a terceros e introducciones de especies sujetas al convenio han de estar autorizadas a través de un sistema de licencias.
Estas especies están listadas en tres apéndices basados en el grado de extinción. Se ha prohibido el comercio internacional de especies del Apéndice I [(las más amenazadas)] y el comercio de especies de los Apéndices II y III requiere permisos apropiados. Se estima que el tráfico de vida silvestre es el tercer mercado ilegal que mueve más dinero, después de las falsificaciones y el tráfico de drogas, superando incluso al tráfico de personas y armas. De hecho, el precio del cuerno de rinoceronte supera al de la cocaína. Cuando pensamos en el comercio ilegal de especies imaginamos a grupos organizados y transnacionales tras carismáticas especies como el elefante o el tigre, pero una parte importante de estos delitos ocurre a nivel local o regional y afecta a especies menos conocidas, como el pangolín.
El pangolín es un mamífero catalogado en peligro crítico por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN). Se comercializa principalmente por su carne y escamas, así como para ser utilizado como mascota exótica. Otros de los animales más afectados por el comercio ilegal son los simios, tigres o elefantes.
Los turistas también extraen de manera oportunista especies protegidas y productos derivados para su uso personal y, en ocasiones, desconociendo la ilegalidad de su acción. Entre estos productos destacan el coral, las tortugas de tierra y los cactus. Además, la común práctica de fotografiarse con animales exóticos como monos, chimpancés o loros también puede estar contribuyendo a este negocio ilegal y poniendo en riesgo la supervivencia de las especies.
Aparte del evidente daño ambiental, el IWT afecta a las poblaciones que viven del ecoturismo y de los recursos naturales, propicia la aparición de grupos violentos que amenazan la seguridad pública y puede dar lugar a la propagación de enfermedades y pandemias. La criminología puede colaborar a la conservación de las especies a partir del estudio de los elementos propios de este tipo de delitos, como son los actores involucrados, el modus operandi que emplean o los patrones delictivos para diseñar medidas efectivas.