La importancia de la ganadería trashumante para las especies carroñeras
El cambio del pastoreo a la ganadería intensiva, como las macro granjas, puede tener un profundo impacto en la ecología y conservación de las especies carroñeras. Esta es una de las conclusiones de los investigadores del área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche publicadas en la revista científica Ambio. Tras analizar el comportamiento de los buitres leonados y otras especies en el altiplano de Jaén, concluyen que la ganadería extensiva trashumante es una fuente de alimento clave para las aves necrófagas, entre las que se encuentran especies amenazadas como el alimoche y el quebrantahuesos.
El estudio se ha realizado en los Campos de Hernán-Perea, en Jaén, en el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Para conocer la relación de los carroñeros con la ganadería trashumante e inferir cuál puede ser el impacto de su desaparición, los investigadores de la UMH han estudiado cómo se desplazan las aves carroñeras según los movimientos estacionales de los rebaños. Han evaluado cómo cambia la abundancia poblacional de aves carroñeras y de ungulados silvestres ante la llegada de los rebaños trashumantes en verano. Además, han analizado los cambios en los comportamientos de búsqueda de alimento de 30 buitres leonados de la zona, que fueron equipados con emisores GPS.
Los resultados mostraron que, ante la llegada del ganado trashumante, los buitres leonados incrementan la búsqueda de alimento en la zona, además de aumentar su abundancia. Pese a que los pastizales donde se reúne el ganado tienen una extensión relativamente pequeña (aprox. 150 km2) respecto al gran área de campeo de los buitres leonados (unos 11.000 km2 de media), el incremento en la disponibilidad de carroña asociado a la mortalidad natural del ganado es percibido por estas grandes aves. Además, el aumento de buitres, que son carroñeros obligados, aquellos que solo se alimentan de carroña, parece desplazar a otras especies como el águila real y los córvidos, que solo complementan su dieta con carroña. Por el contrario, los investigadores de la UMH no detectaron cambios estacionales en la abundancia de ungulados silvestres como muflones, ciervos, gamos, cabras montesas y jabalíes.
Los investigadores explican que los sistemas ganaderos han ido cambiando en las últimas décadas hacia métodos más intensivos, reemplazando a las prácticas ganaderas tradicionales en extensivo como la trashumancia. España tiene una gran tradición histórica y cultural ligada a la trashumancia, sin embargo, esta actividad está en declive debido principalmente a la baja rentabilidad de sus productos.
Este trabajo pone de manifiesto la importancia de los pastizales usados por la ganadería extensiva como áreas para la búsqueda de alimento de las aves carroñeras. Ante la gran demanda de recursos para abastecer el crecimiento humano, la intensificación ganadera está en auge. Sin embargo, los sistemas intensivos requieren una gran inversión de recursos como energía, agua, y alimento para el ganado, que está ligado a fuertes impactos ambientales como las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación del agua y del suelo, entre otros, que pueden comprometer el desarrollo sostenible de nuestra sociedad.
Además, las poblaciones de aves carroñeras que habitan en regiones con más infraestructuras humanas tienden a tener mayores tasas de mortalidad que las que habitan en zonas más naturalizadas, por lo que la intensificación también repercute negativamente en la conservación de estas especies. Es por ello, que, para preservar los sistemas de ganadería extensiva, resulta necesario abordar los problemas que los están llevando al declive. La revalorización de los productos y la creación de sellos de calidad podría contribuir a que este sistema de negocio continúe siendo rentable para las personas que se dedican a ello, al mismo tiempo que favorece la conservación de las especies carroñeras.
Este trabajo ha sido desarrollado por los investigadores del Área de Ecología de la UMH, Natividad Aguilera Alcalá, Eneko Arrondo, Zebensui Morales Reyes, José M. Gil Sánchez y José Antonio Sánchez Zapata, en colaboración con los investigadores de la Universidad de Granada y de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Marcos Moleón y José A. Donázar.