Tras el rastro de la medicina tradicional en los archivos medievales
En algunos pueblos es típico encontrarse con la figura de la curandera. Todavía hay gente que se aferra a las tradiciones antiguas, a la ‘medicina natural’ o al curanderismo mágico. Esto tiene una larga trayectoria. En el siglo XVI, los saberes médicos, bien en forma de recetas o remedios, se transmitían de generación en generación de manera oral o por correspondencia. Muchos de ellos se basaban en las propiedades de las plantas y de los minerales para elaborar medicinas. Con la invención de la imprenta, las recetas se pudieron recopilar y divulgar en libros.
Hoy en día tenemos acceso a todo ese conocimiento, en parte, gracias a la labor de los archivos. En este sentido, el pasado noviembre de 2023, se celebró la jornada ‘Cuidados y remedios de las mujeres en el siglo XVI’ en el Campus de Sant Joan d’Alacant de la Universidad Miguel Hernández. Entre otras ponencias, los archiveros Francisco Javier Crespo Muñoz y María Esperanza Luque Sánchez explicaron el contexto archivístico. Este evento se encuadra en el proyecto ‘Recetario para las enfermedades femeninas en Europa. Siglos XVI-XVII’ (RECIPE). Su objetivo es recopilar y estudiar las recetas manuscritas e impresas para enfermedades de las mujeres en los siglos XVI y XVII.
Una de las exposiciones estuvo dedicada al Archivo General de Simancas que está integrado en la Administración General del Estado y gestionado por el Ministerio de Cultura y Deporte. Fue creado por Carlos I hacia 1540, pero su hijo Felipe II fue su verdadero impulsor. Es el archivo oficial más antiguo de la Corona de Castilla. El conjunto documental se conserva desde el siglo XVI en el castillo de Simancas. Todos los escritos se guardan en unos 13 kilómetros de estantes.
Muchos de los documentos farmacológicos que se custodian en Simancas son el resultado de las visitas de los boticarios a las cortes. Cuando los médicos curaban a la gente de palacio, desarrollaban recetas, inventarios de medicinas, datos sobre fármacos, etc. Francisco Javier Crespo Muñoz, Doctor en Historia por la Universidad de Granada y Jefe de la Sección de Reprografía del Archivo General de Simancas, piensa que estos escritos “no se guardaban por el afán de hacer literatura, ciencia o divulgación, sino porque los profesionales tenían que cobrar ese trabajo”. La mayoría de los archivos (de Simancas) se corresponden con la gestión de la Hacienda, en particular, a la contaduría. La información médica y farmacológica de esta época se conserva de manera indirecta en registros de cuentas, adeudos o tributos.
Felipe II prohibió en 1559 que sus súbditos se trasladaran al extranjero para estudiar o enseñar. A pesar de ello, contribuyó a la difusión de productos farmacoquímicos. Se le atribuye la creación del laboratorio de destilación vinculado a la Botica de El Escorial, que después se trasladó a Aranjuez para servir a la Real Botica (1594).
En el archivo simanquino, Crespo Muñoz ha encontrado una serie de correspondencias entre embajadores que se escribían para intercambiar recetas, pedir medicamentos o informar sobre el estado de salud de sus líderes. Destacó una carta escrita en 1580 de Diego Maldonado a Cristóbal de Salazar, secretario de la embajada de Venecia (Referencia archivística: Estado, legajo 1523, folio 184). En ella le pedía el nombre de una hierba que curaba el mal de arenilla. Y otra de 1581 de Cristóbal de Salazar a la Señoría de Venecia sobre la composición de un “aceite santo” que tenía la propiedad de curar heridas (Referencia archivística: Estado, legajo 1524, folio 242).
Por otro lado, en el siglo XVI, se produjo la Batalla de Lepanto, donde se enfrentaron el Imperio otomano y la Liga Santa del papa Pío V, financiada en gran parte por la monarquía hispánica. Los católicos vencieron y España se convirtió en la primera potencia europea. Tras la consolidación del Imperio, Felipe II planificó la Armada Invencible para destronar a su contraparte Isabel I e invadir Inglaterra. Todos estos sucesos generaron muchísimos documentos. En aquellos tiempos, explica Crespo, no existía la farmacia militar, había boticarios que se dedicaban a dar sus medicinas a los ejércitos. Esto daba lugar a numerosas facturas y libranzas que, en multitud de ocasiones, se quedaban sin cobrar durante meses o años.
Al siglo XVI se le conoce como el ‘Siglo de los Descubrimientos’ y una herramienta que ha influido mucho en la historia farmacéutica es la pharmacopoeia (Farmacopea). Era un recopilatorio donde se registraban los medicamentos, con información sobre su preparación y sus propiedades. Tiene sus orígenes en el antiguo Egipto con el papiro Ebers y en la Grecia romana con el De materia medica del farmacólogo Dioscórides. Pero la primera farmacopea como tal es el Recetario Florentino, publicada en Florencia en 1498. Sirvió para facilitar la relación de los médicos con los boticarios y unificar el modo de elaboración de los fármacos. La Concordia Apothecatiorum Barchiñ del Colegio de Boticarios de Barcelona, elaborada en el año 1511, es la primera farmacopea elaborada en la península ibérica y la segunda del mundo.
En lo que respecta a la relación entre la medicina y la Iglesia, el Archivo Diocesano de Valladolid también custodia algunos documentos para la historia de la farmacia. María Esperanza Luque Sánchez, técnica del archivo, explicó que la Iglesia no consideró apropiado para los frailes y monjes el estudio de la Medicina o de la Cirugía y, paulatinamente en los siglos XII-XIV, lo fue prohibiendo. Sin embargo, al contrario de lo que se podría pensar, esto impulsó a las órdenes religiosas a preparar medicamentos y a trabajar en las boticas. El desarrollo de la función farmacéutica entre las instituciones eclesiásticas produjo un gran testimonio documental. En otros trabajos de historiadores se cuestiona esta visión. Argumentan que existe una malinterpretación del veto general de realizar autopsias.
A lo largo del Camino de Santiago, algunos monasterios fundaron hospitales vinculados, donde surgieron las primeras boticas monásticas. Estas no solo servían a los religiosos, sino también a los peregrinos. Junto a las boticas existía un huerto, donde se cultivaban plantas medicinales para la elaboración de medicamentos. Es el caso de los monasterios de Santo Domingo de Silos, Santa María la Real de Nájera o San Martín Pinario.
El Cabildo Eclesiástico de Medina de Rioseco gestionó una botica en Valladolid entre los siglos XVIII y XIX. Se refleja en documentos de inventario y económicos del Archivo Diocesano de Valladolid. Estos registros ofrecen un vistazo a la gestión farmacéutica por parte de instituciones eclesiásticas fuera del ámbito monástico.
A pesar de todos los saberes que podríamos obtener de estos escritos, muchos de ellos permanecen inéditos. Para aquellas personas interesadas en ahondar en la historia de los remedios médicos, los expertos en documentación Francisco Crespo Muñoz y María Esperanza Luque Sánchez recomendaron consultar a los departamentos de referencias de los archivos. La práctica común es escribir por correo electrónico para preguntar si tienen la información buscada. Los archivos estatales suelen responder rápidamente, indicando si tienen el material solicitado. Dado que los archiveros están familiarizados con diversas fuentes documentales, también pueden orientar hacia otros registros que podrían tener el escrito deseado. La sugerencia es preguntar y obtener orientación antes de desplazarse o realizar esfuerzos innecesarios. Además, se destaca que algunas instituciones ofrecen guías de archivo, que en algunos casos se obtienen de forma gratuita y en otros casos requieren compra. Con estas ayudas cualquier persona puede acceder con facilidad al estudio de una de las épocas más interesantes de nuestro pasado.
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