El arbolado del Real Jardín Botánico

El graduado por la UMH Eduardo Martínez elabora 200 fichas sobre los 1500 ejemplares del Centro de Conservación madrileño

El Real Jardín Botánico de Madrid cuenta con más de 250 años de historia y está ligado al desarrollo y evolución de las Ciencias Naturales, en particular de la Botánica. En la actualidad, se encuentra ubicado en el Paseo del Prado y conserva su estructura original, cuatro terrazas escalonadas en las que se distribuyen las diferentes especies, tanto plantas como árboles. Comprende 8 hectáreas de superficie y ostenta la categoría de Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid. La principal misión de todo jardín botánico, más de 3.000 en todo el mundo, es la conservación de las plantas, la investigación y la divulgación científica.

El graduado por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Eduardo Martínez Hernández ha dedicado su Trabajo Fin de Carrera (TFC) de Ingeniero Técnico Agrícola en la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO) a actualizar el inventario de árboles del Jardín. Tanto la propia institución, como directamente el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, centro al cual pertenece, están muy interesados en la investigación, con el objetivo de aprovechar la información tan actualizada que contempla. Una serie de datos técnicos relevantes para poder optimizar y mejorar la gestión de las zonas verdes y realizar nuevas ejecuciones y remodelaciones. El alumno ofrece a la EPSO su trabajo, dirigido por los profesores Francisco Javier Manera Bassa y Vicente Lidón Sánchez, “para darle difusión y para poner en valor las investigaciones que se hacen desde la Escuela y, por añadidura desde la UMH“, explica la subdirectora de la EPSO Casilda Navarro Rodríguez de Vera. Y añade que se está trabajando en las gestiones oportunas para convertir la investigación en un libro electrónico.

La actualización del inventario ha supuesto al estudiante más de un año de dedicación. “Para mí se convirtió en un hobby, porque es algo que me encanta. Es un enclave que se encuentra en pleno centro de Madrid y que mucha gente desconoce. En ocasiones, durante el trabajo de campo, hubo momentos que, al estar absorbido por ese entorno tan magnífico, era capaz de aislarme del estrés y del caos de la gran ciudad“, recuerda Martínez Hernández. El ingeniero ha elaborado un total de 200 fichas pormenorizadas sobre los 1.500 ejemplares. Cada ficha incluye la descripción general e información singular sobre el arbolado y su estado de conservación, además sobre su localización, acompañados de una fotografía del ejemplar.

Eduardo Martínez Hernández se puso en contacto con los responsables del Jardín para comentarles la posibilidad de actualizar la clasificación y a ellos les pareció buena idea y se ofrecieron a ayudarle en el proceso. “Hay que tener en cuenta que los árboles, a pesar de ser muy longevos, llega un momento que, como las personas, mueren“, recalca Martínez Hernández. Este es, por ejemplo, el caso del Almez conocido como El Abuelo, caído en un vendaval en el año 1991 y que era uno de los más característicos del Jardín. Su debilitación hizo que una racha de viento lo arrancara.

El proyecto propone mejoras en términos paisajísticos

A juicio de Eduardo Martínez, los árboles constituyen el elemento más representativo del Jardín, “porque las plantas de menor tamaño son más modificables, ya que varían dependiendo de la época del año”. “Una vez nos pusimos a actualizar el inventario de árboles, siempre partiendo de los datos publicados en la página web, que era la información de la que disponíamos, se inició la catalogación”, subraya.

Se llevó a cabo una criba de los individuos, atendiendo a motivos de singularidad como rareza, porte o tamaño. Asimismo, todos los elementos se ubicaron sobre la cartografía del Plano del Real Jardín Botánico de Madrid, facilitando la localización de los ejemplares en los diversos parterres, terrazas y paseos. En la ficha técnica de los elementos vegetales singulares se presenta de manera resumida la información obtenida para cada ejemplar. De entre ellos, siete árboles están incluidos en el Catálogo de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid. Destacan el ciprés, (Cupressus) y el olmo del Cáucaso (Zelkova carpinifolia), por ser, respectivamente, el más antiguo y el más alto del Jardín. A través de la página web del Jardín, es posible solicitar un recorrido guiado por estos ejemplares.

Según explica Eduardo Martínez, los factores medioambientales y la climatología o incluso las plagas pueden ser determinantes en la supervivencia de los árboles. El TFC propone una serie de mejoras en términos paisajísticos y de servicio público. “Se trata de un conjunto de gran envergadura, con renombre, y cabría incorporar más medios para obtener todo su rendimiento, que luego se traduciría en más visibilidad y visitas“, explica el estudiante.

En concreto, en términos estructurales, Martínez Hernández señala ciertas mejoras en el sistema de riego. Y respecto al marco de plantación, el ingeniero explica que, en su día, no se tenía en cuenta el espacio que se debe dejar entre árbol y árbol, lo que actualmente lleva a la problemática de que la copa de un árbol invada la del ejemplar vecino. “Esto es algo que ahora sí debería tenerse en cuenta, pero hacerlo implicaría un replanteamiento del diseño del jardín y reubicar ciertos ejemplares, algo muy complicado de llevar a cabo porque estamos hablando de algunos árboles que no se pueden trasplantar por su envergadura, sus condiciones, su porte y su edad”, matiza.

“Si tuviese que reseñar algún árbol en concreto, por supuesto mencionaría los olmos, que, a pesar del problema de la plaga de grafiosis, son realmente bonitos. Pero es imposible quedarse con uno solo, porque hay muchos y son todos especiales”, argumenta Eduardo Martínez Hernández. Y recuerda: “Las plantas del Jardín, no solo tienen una función estética, sino que responden también a un propósito científico: el estudio, conservación y divulgación de la botánica”.

 

Imagen: Eduardo Martínez
Imagen: Eduardo Martínez

 

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