¿Eres un robot? Aprueba el Test de Turing
“Propongo considerar la pregunta, ¿Las máquinas pueden pensar?”. Así comienza uno de los artículos científicos sobre Inteligencia Artificial más conocidos, el que propone el Juego de la Imitación (ahora llamado “Test de Turing” en alusión a su creador, quien lo ideó en 1950). Responder a esta pregunta requiere algo tan complicado como definir lo que es una “máquina” y lo que es “pensar”.
Para simplificar este problema, Alan Mathison Turing propuso una alternativa en forma de juego. Implica a tres jugadores, un hombre (A), una mujer (B) y un interrogador (C) de cualquier sexo. El objetivo del juego es que el interrogador descubra cuál de las otras dos personas es el hombre y cuál es la mujer. Para ello, puede hacerles cualquier pregunta y recibirá una respuesta escrita a máquina. Ahora bien, ¿qué ocurre si el sujeto A es una máquina? La hipótesis de Turing es que una computadora puede llamarse inteligente si es capaz de engañar a un humano y hacerle creer que ella también es humana. Cada día, millones de personas utilizan una versión modernizada del test de Turing, llamada Captcha, que sirve para distinguir entre humanos y ordenadores.
Michael Barclay y sus colegas de la Universidad de Exeter (Reino Unido), razonaron que una tarea “simple” de descripción visual podría usarse para evaluar la inteligencia de una máquina en comparación con la humana, y así mejorar el test de Turing. En este test todas las respuestas son correctas pero, según la que se elija, indica una forma diferente de registrar y expresar la información visual. Para las personas, mirar y decir lo que vemos es una tarea intuitiva pero a las máquinas les cuesta mucho más. ¿Por qué no compruebas si tú eres capaz de notar la diferencia entre lo que contestaría una persona o lo que contestaría un robot?
Si no puedes ver el test a continuación, refresca la página.
¿Qué puntuación has obtenido? ¿Eres un robot? Un 100% de aciertos significa que has identificado correctamente todas las respuestas humanas. Cada fallo indica que, las que pensabas que eran respuestas humanas, en realidad son las que daría una máquina. Si es así, no te asustes, es normal que en algunos casos los límites humano-robot en los resultados sean difusos. De hecho, más que en las diferencias, en las similitudes está lo verdaderamente interesante. Esta prueba, aunque sencilla, abre la puerta a muchas preguntas que la comunidad científica lleva décadas planteándose: ¿es posible crear una máquina con una inteligencia equiparable a la del ser humano?
Inteligencia artificial
Las redes neuronales profundas pueden conducir un coche, traducir un texto o diagnosticar a un paciente. Estos algoritmos son muy sofisticados, pero la comunidad investigadora no tiene claro si pueden llamarse “inteligentes”. A estas técnicas se les llama “inteligencia débil”, porque solo se les da bien una tarea en concreto. Todavía no se ha conseguido desarrollar una inteligencia artificial que abarque todas las capacidades del cerebro humano. Algunos argumentan que es imposible. Pero otros impulsores de la IA, más optimistas, creen que la explosión del conocimiento digital es la mecha necesaria para entrenar una inteligencia artificial completa.
Una persona solo puede leer libros, como máximo, 24 horas al día. Sin embargo, un ordenador podría leer y aprender el contenido de 24 libros por segundo. Ahora, las inteligencias artificiales tienen a su disposición la Wikipedia, Youtube y todo un universo digital de conocimiento. En 2011, la inteligencia artificial Watson desarrollada por IBM se presentó al concurso de televisión Jeopardy! en el que se requieren amplios conocimientos culturales y habilidad para la estrategia. Watson ganó un millón de dólares en dos días y derrotó a los campeones del juego. En la pregunta de la victoria, otro concursante escribió en su pizarra de respuestas: “Quiero ser el primero en dar la bienvenida a nuestros nuevos amos, los ordenadores”.
Seguro que ya conoces tecnologías que imitan el comportamiento humano en sus respuestas. Los asistentes de voz y asesores virtuales como Alexa o Siri son ejemplos del día a día. Es cierto que están limitados a los servicios que ofrecen, como sucede con los chatbots de atención al cliente en las páginas web de comercios online, pero cada vez son más creativos y capaces. Existen multitud de chatbots diseñados para intentar mantener una conversación lo más abierta y libre posible, como Cleverbot (cleverbot.com). Aunque no se le da demasiado bien mantener el hilo de forma continuada, idea respuestas e incluso intenta tomarte el pelo. ¿Qué piensas? ¿Te da la sensación de una conversación auténtica?
Utilizando interrogatorios como los que hemos explicado, pregunta a pregunta, puede acabar descubriéndose la identidad del robot si no se conoce de antemano. Pero los estudios no terminan ahí. No se trata solo de encontrar los límites de la inteligencia de las máquinas, sino de superarlos hasta que resulten lo más indistinguibles y lo menos artificiales posibles. El fin de la mayoría de estas pruebas es localizar los puntos débiles y crear versiones mejoradas de IA capaces de solucionar nuevos problemas y ser impostores más eficientes.
Cada vez son necesarios métodos más sofisticados para diferenciar acciones automatizadas de las dirigidas por personas. Aun así, de momento sigue habiendo ámbitos demasiado “humanos” para que una máquina pueda reproducirlos sin quedar en evidencia. Pero quien ríe último ríe mejor, y los progresos de los algoritmos, alimentados a base de una dieta de datos masivos, reducen cada vez más la brecha. Si estos pasos nos conducen a una distopía en la que seamos sustituidos por una especie superior, autónoma y con una mente equiparable a la humana, es un tema que dejamos para otra publicación. Puede que de momento sintamos tanta seguridad frente a estos “imitadores” porque solo somos conscientes de su identidad cuando los destapamos, pero no cuando nos engañan. ¿Podrías asegurar que este post, por ejemplo, no ha sido redactado por un robot? Quién sabe…
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La “Mednight” nace como fruto de la colaboración de un consorcio de 12 entidades: Universidad Miguel Hernández de Elche, Universidad de Alicante, Universitat de València, Universitat Politècnica de València, Universitat Jaume I, Universidad de Murcia, Universidad Politécnica de Cartagena, Fundación Fisabio, Fundación Séneca – Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia, INCLIVA y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, bajo la coordinación de El Caleidoscopio y con el patrocinio de la Generalitat Valenciana a través de Fundación de la C.V. para el Fomento de Estudios Superiores (FFES), la Casa Mediterráneo, Las Naves y Distrito Digital de la Comunitat Valenciana.
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Bien gracias
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