La creencia de que la leche sienta mal no es universalmente cierta. Sí hay personas intolerantes o alérgicas a la lactosa, por lo que es importante distinguir entre ambas afecciones.
Acontecimientos meteorológicos extremos, como la sequía o las precipitaciones severas, las rachas de viento, las tormentas eléctricas y el aumento de los episodios de transporte de polen a larga distancia representan nuevos retos, también, para las personas alérgicas.