¿Ser optimista influye en nuestra salud?

Mari Carmen Neipp

La Psicología distingue dos tipos de optimismo. Por un lado, está el optimismo que se basa en la creencia de que ocurrirán cosas buenas, el llamado “optimismo disposicional”. Por otro lado, surgen las personas que consideran temporales las situaciones negativas y, por tanto, entienden que tienen un alcance limitado y se pueden manejar. Es el conocido como “estilo explicativo optimista”. Se ha comprobado que el optimismo mejora el sistema inmune, previene el desarrollo de algunas enfermedades crónicas, juega un papel muy importante en la recuperación de enfermedades y mejora la satisfacción con la vida y la autoestima de las personas.

Recientes investigaciones indican que las personas optimistas y pesimistas se aproximan a los problemas de forma diferente y, por tanto, su habilidad para enfrentarse exitosamente con la adversidad difiere en el resultado.

Por tanto, tener una visión más optimista de la vida, pensar que las dificultades son temporales y verlas como una oportunidad para cambiar y crecer nos ayuda a manejar mejor los problemas, reducir el estrés y sentirnos mejor en general con nuestra vida.

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