Los jóvenes que han sufrido maltrato en su infancia tienen una mayor tendencia a consumir alcohol

El investigador de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Jorge Manzanares, en un proyecto conjunto con el profesor de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid Gabriel Rubio, analiza la tendencia del consumo de alcohol en la adolescencia en aquellos jóvenes que han sufrido maltrato. La investigación está financiada por el Plan Nacional sobre Drogas. “Los adolescentes que han sufrido maltrato en su infancia consumen 30 veces más alcohol que aquellos que no han sido maltratados”, argumenta Rubio.

La clave del proyecto reside en el estudio comparado con humanos y animales. “Pretendemos explicar lo que le ocurre a un paciente basándonos en modelos animales en los que podemos concluir qué circuitos cerebrales y qué neurotransmisores podrían estar implicados”, explica el psiquiatra. Gabriel Rubio ha registrado datos de 660 jóvenes, de entre 16 y 18 años, que presentaban algún síntoma de haber sufrido maltrato infantil -físico, sexual, psicológico o carente-afectivo-. Por su parte, Jorge Manzanares ha analizado el comportamiento de ratones separados de la madre en el periodo postnatal. “Después, en la adolescencia, hemos sometido a algunos de los animales a estrés y a todos  ellos les enseñamos cómo auto administrarse etanol para comprobar sus reacciones, sus tendencias y los cambios que se producen en el cerebro en cada una de las situaciones”, explica el farmacólogo.

Las pruebas muestran 3 tipos de cambios a nivel cerebral. “Uno tiene que ver con la regulación de los procesos de estrés;  otro con la capacidad de las células para regenerarse, los llamados procesos de neurogénesis; y un tercero, muestra  que  los animales adolescentes que han sufrido estrés postnatal tienen menor número neuronas y, además, tiene el transmisor dopamina –responsable de las apetencias- alterado”, expone Manzanares.

La última alteración mencionada se ha estudiado en humanos a través de la observación del comportamiento ante determinadas imágenes. “Conectamos a los pacientes unos electrodos en la cabeza para analizar la actividad cerebral cuando les mostrábamos diferentes imágenes”, explica el psiquiatra. Las fotografías combinaban escenas donde aparecía alcohol o drogas, escenas o acciones positivas como alimentos, imágenes aversivas e imágenes neutras. Se observó que las personas que han sufrido maltrato en la infancia –sean o no consumidores de alcohol- tienen una percepción del riesgo y de lo aversivo moderada, puesto que minimizan el peligro. Además, ven muy apetecibles las imágenes relacionadas con drogas o alcohol. “Esto pone de manifiesto la necesidad de rediseñar el tratamiento para personas alcohólicas o con algún tipo de trastorno depresivo que han sido maltratadas en su infancia”, puntualiza Gabriel Rubio.

 

Lorena Santos

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